Los trapecistas educativos necesitan redes

Los trapecistas educativos necesitan redes

InnovACCIÓN | Por Eduardo Suárez *

La crisis educativa ha logrado lo que parecía imposible: transformar a los sistemas escolares de todo el mundo. Lo ha hecho en tiempo récord. Aún no nos reponemos del golpazo.

Los drásticos cambios que estamos viviendo son una respuesta adaptativa, que no una patada de ahogado, a la necesidad de aislamiento y distancia social. La educación se ha vuelto un esfuerzo tecnificado y situado en los hogares. Se trata de una educación de emergencia y no de la formación que deseamos y necesitamos.

Para entender lo que hay que hacer frente a estos apremiantes problemas, no hay nada mejor que un ejemplo de otro país, proporcionado por Cecilia Azorín, de la Universidad de Murcia, en España. Con un lenguaje florido, esta investigadora califica lo que estamos viviendo en el ámbito escolar como la Supernova Educativa.

Una supernova, según los astrónomos, es la explosión de una enorme estrella, una que se colapsa bajo la presión de su propio peso. Esta explosión produce un intenso destello luminoso, para luego transformarse en otro tipo de cuerpo estelar. Es el anuncio aparatoso del nacimiento de un nuevo cuerpo celeste.

La comparación de Azorín es ilustrativa: estamos incómodamente encandilados por la necesidad de educar a distancia y desde el aislamiento en casa. No se trata de una bella luz, sino de un flashazo cegador e incapacitante. La estrella es el sistema educativo, que cae sobre sí mismo bajo el peso de la exclusión y la inequidad, el aprendizaje pasivo y memorístico, la grilla y la burocracia, los salones abarrotados y el currículo obsoleto, el desfase con la cultura natural de la juventud y la brecha digital.

No es un lindo espectáculo.

A pesar de esto, la propuesta de la investigadora española sí es iluminadora. Ella señala que esta explosión estrepitosa puede tener como consecuencia la trasformación positiva que siempre hemos necesitado.

¿Qué es lo que ella propone como remedio a este escenario catastrófico? Algo que siempre ha existido, pero que muchas veces brilla por su ausencia en nuestra cultura educativa individualista y competitiva: la estrecha y desinteresada colaboración.

Azorín fundamenta su propuesta en el gran éxito de las agrupaciones espontáneas que hemos visto surgir siempre, por todos lados. En México, los sismos han sacado, además de grandes sustos, lo mejor de la comunidad. En Quintana Roo, han hecho lo mismo los huracanes. Se trata de las hermandades informales que surgen frente a los problemas y que rebasan la lentitud y el rígido formalismo de algunas autoridades.

En el caso educativo, ella señala la urgencia de establecer redes de colaboración profesional entre docentes, de apoyo entre familias y de aprendizaje entre estudiantes. Grupos que ataquen los problemas por medio del liderazgo distribuido, horizontal y democrático. Son rápidas, efectivas y proporcionan un profundo significado a todos y a todas.

Tenemos, como los intrépidos trapecistas, la necesidad de buscar la seguridad en las redes: de ayuda mutua, de soporte desinteresado y de solidaria humanidad.

En la Maestría en Innovación y Gestión del Aprendizaje de la Universidad del Caribe se abordan estos temas sobre la innovación educativa y más. Actualmente la convocatoria se encuentra abierta
hasta el 31 de mayo, conoce más en https://www.unicaribe.mx/posgrados
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Evaluar para aprender: usos alternativos de los cuestionarios en línea (Parte 2)

Evaluar para aprender: usos alternativos de los cuestionarios en línea (Parte 2)




Voces Universitarias | por Marcela Gleizer*

En la entrega anterior, hablamos de las herramientas tecnológicas que han adoptado los docentes para la evaluación del aprendizaje a distancia, una de ellas, la aplicación de cuestionarios en línea.

Aquí proponemos tres usos alternativos a los cuestionarios, alineados con el enfoque de "evaluar para aprender": usos que no necesariamente son "sumativos" sino "formativos", es decir, que utilizan la evaluación para crear oportunidades para que los estudiantes mejoren su desempeño.

1) Aplicar el cuestionario antes y después del desarrollo un tema.
Solicitar que los estudiantes respondan un cuestionario antes de un tema nuevo puede, por un lado, tener una función diagnóstica para el docente. Pero también tiene una función diagnóstica para el estudiante, a quien queda claro qué conocimientos ya tiene y también qué se espera que sea capaz de responder. Las neurociencias aplicadas a la educación nos dicen que el solo hecho de contar con las preguntas promueve que la mente se concentre en buscar las respuestas -ya sea que se trate de hacer una lectura, ver un video o escuchar una exposición-, favoreciendo un involucramiento mucho más activo con el contenido. Además, comparando las dos aplicaciones, los estudiantes tiene una clara percepción de cuánto ha aprendido, lo cual a su vez puede operar como un estímulo para seguir aprendiendo, y hacerlo mejor la próxima vez.

2) Después de responder un cuestionario de manera individual, responderlo nuevamente en equipos.
Es la puesta en práctica del viejo refrán “dos cabezas piensan más que una”. Los estudiantes tienen la oportunidad de reflexionar y debatir con sus pares sobre la mejor respuesta, y deben consensar una decisión, favoreciendo el trabajo colaborativo. Esto puede hacerse dando el resultado general del primer cuestionario (el número de aciertos, pero no cuáles respuestas fueron correctas y cuáles no), o sin entregar resultados de la aplicación individual. Después los estudiantes pueden comparar su desempeño individual y grupal, se pueden revisar las preguntas que resultaron tener mayor grado de dificultad y volver sobre los argumentos que hayan generado controversia.

3) Otro uso alternativo de los cuestionarios es que los propios estudiantes sean quienes los elaboren.
Esta es también una excelente actividad para trabajo en equipos. Al realizarla, los estudiantes suelen descubrir que para formular buenas preguntas se requiere de un dominio del tema aún mayor al que se necesita para responderlas.

¿Las preguntas son pertinentes?
¿Identifican cuestiones centrales?
¿Están expresadas de manera clara y precisa?
¿Se incluyen preguntas que requieran aplicar el conocimiento a resolver problemas de la disciplina?

Los equipos pueden intercambiar los cuestionarios que elaboraron, y al contestarlos evaluar por un lado sus propios conocimientos sobre el tema y, por otro, la calidad del instrumento que elaboraron sus pares.

Estas estrategias son algunas de las posibilidades para utilizar a los cuestionarios como herramienta para aprender: más que un fin en sí mismo, una excusa, apoyada por la tecnología, para detonar la reflexión y el pensamiento crítico.

*Integrante del núcleo académico de la Maestría en Innovación y Gestión del Aprendizaje, Unicaribe. Convocatoria abierta, consúltala en https://www.unicaribe.mx/posgrados
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Evaluar para aprender: usos alternativos de los cuestionarios en línea (Parte 1)

Evaluar para aprender: usos alternativos de los cuestionarios en línea (Parte 1)



Voces Universitarias | Por Marcela Gleizer*

Una de las herramientas tecnológicas que han adoptado los docentes para la evaluación del aprendizaje a distancia es la aplicación de cuestionarios en línea. Por supuesto, los cuestionarios se utilizan como instrumento de evaluación desde mucho antes que las TIC’S (Tecnologías de Información y Comunicación) aparecieran en escena. Pero las TIC’S volvieron a los cuestionarios particularmente atractivos. 

Hay disponible una amplia variedad de aplicaciones, como Google Forms, Kahoot, Quizlet, That Quiz, Quizbean y Exatime, que ofrecen una gama más o menos extensa de tipos de preguntas prestablecidas -opción múltiple, correlación, completar frases, casillas de verificación, entre otras- lo que permite crearlos y editarlos fácilmente. Además, pueden ser utilizados y reutilizados en distintos grupos y cursos. Y, sobre todo, se califican de manera automática e inmediata. 

Para los docentes esto significa, por un lado, liberar tiempo de una actividad mecánica para poderlo dedicar a tareas más sustantivas de su actividad educativa. Por el otro, contar con retroalimentación precisa y oportuna sobre qué contenidos son dominados por sus estudiantes y cuáles requieren clarificación o práctica. El entusiasmo por esta herramienta parece ser plenamente justificado. 

Sin embargo, los cuestionarios también han sido blanco de algunas objeciones. 

Las más comunes: 
1) Sólo evalúan aspectos “memorísticos” del aprendizaje. Esto es, lo que los estudiantes recuerdan, que no es necesariamente lo que comprenden. 

2) El enfoque con el que se los utiliza es siempre “sumativo”: evalúa el desempeño del estudiante al final del proceso de aprendizaje (de un tema, una unidad o un curso), para “encasillarlo” vía una calificación (bueno, regular, malo) y no como herramienta para promover que continúe aprendiendo. 

La primera objeción es fácil de responder: el cuestionario no tiene necesariamente que enfocarse en evaluar contenidos aprendidos de memoria. Todo depende las preguntas que se formulen. Resolver un problema matemático, por ejemplo, requiere que el estudiante comprenda la pregunta, identifique los datos relevantes y ponga en práctica los procedimientos apropiados para llegar a la respuesta. Para superar el segundo cuestionamiento, en la siguiente entrega propondremos tres usos alternativos a los cuestionarios, alineados con el enfoque de “evaluar para aprender”: usos que no necesariamente son “sumativos” sino “formativos”, es decir, que utilizan la evaluación para crear oportunidades para que los estudiantes mejoren su desempeño.

*Integrante del núcleo académico de la Maestría en Innovación y Gestión del Aprendizaje,
Unicaribe. Convocatoria abierta, consúltala en https://www.unicaribe.mx/posgrados

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