A José Agustín, con gratitud y cariño

A José Agustín, con gratitud y cariño



Voces Universitarias | Roberto Parra*

 Cuando cursaba el primer año de la preparatoria, me encontré en la biblioteca de la escuela un ejemplar de la novela De perfil. Trata sobre un par de días en la vida de un adolescente que está a punto de entrar a la preparatoria. Me fascinó la forma en que ahí se presentan el lenguaje, el pensamiento y las experiencias de un joven en México. Sentí que el libro había sido escrito enteramente para mí y lo leí varias veces, entusiasmado.

Después conseguí y leí también con avidez otros libros del mismo autor, José Agustín. Así, sin apellido. Nacido en Acapulco en 1944. Empezó su trayectoria como escritor siendo todavía adolescente, cuando escribió su primera novela, La tumba. Su maestro, Juan José Arreola, consiguió que dicha novela fuera publicada en 1964 por la casa editorial Mester, en una modesta primera edición de quinientos ejemplares que se agotaron en muy pocos días. Conocí este dato leyendo la primera autobiografía que José Agustín publicó, a los veintidós años, siendo ya un autor conocido, titulada “Quién soy, dónde estoy, qué me dieron”. Me tomó algo de tiempo darme cuenta de que este título, como mucho de lo que él escribió, está cargado de doble sentido y de referencias humorísticas a lo que se considera rebelde o transgresor (en este caso, a las drogas).

Furor matutino, Inventando que sueño, El rey se acerca a su templo, Ciudades desiertas, El rock de la cárcel, Tragicomedia mexicana (I, II y III), La contracultura en México, Los grandes discos del rock (1951-1975)… Podría decir tanto sobre cada uno de estos libros, mis favoritos de entre sus obras. En vez de eso, contaré dos anécdotas propias relacionadas con él.

Cuando estaba en el primer o segundo año de la licenciatura, descubrí por casualidad su dirección de correo electrónico. Le escribí un correo desde mi computadora de escritorio agradeciéndole sinceramente por todo lo que había leído de él. Me tomé la libertad de añadirlo a mi lista de contactos en Hotmail Messenger, que por aquel tiempo comenzaba a existir. Pasaron varios días sin que obtuviera respuesta, hasta que un día, mientras estaba frente a mi computadora, me llegó un mensaje instantáneo. Era José Agustín. Resultó ser alguien increíblemente humilde y generoso con su tiempo; sin conocerme, se interesó genuinamente por mí y por lo que le contaba. Me preguntó quiénes eran mis autores favoritos, con la condición de que no lo mencionara. Recuerdo haber incluido en mi respuesta a Homero y Borges, y también que mi respuesta le gustó. Chateé con él tres o cuatro veces en total, cada vez durante cerca de una hora. Después de eso decidí no molestarlo más, y así concluyó mi contacto personal con él.

Un par de años más tarde, durante una excursión que duró tres semestres por diferentes clases de literatura hispánica en la Universidad de Sonora, recuerdo haber investigado qué libros de José Agustín tenían en la biblioteca del Departamento de Letras y Lingüística. Esta biblioteca, por cierto, era de acervo cerrado, lo que significa que uno pide los libros en un mostrador y espera a que la persona encargada los traiga desde los estantes, a los que no hay acceso. Solicité el libro La tumba, de José Agustín, con curiosidad de releerlo después de varios años, cuando yo había dejado ya de ser adolescente. Me entregaron el libro y me senté por ahí mismo con la intención de leerlo de principio a fin. En cierto momento durante la lectura, por curiosidad, revisé el colofón (la anotación en la página final del libro donde se menciona el lugar y la fecha de la impresión) y me llevé la sorpresa de mi vida. Decía: Editorial Mester, 1964; tiraje: quinientos ejemplares. Lo que tenía en mis manos era uno de los quinientos ejemplares de esa primera edición de la primera novela publicada por José Agustín. No voy a negar que pasó por mi mente el deseo de quedármelo. En caso de ‘extravío’ de un libro, la única penalización probablemente sería reponer el libro con otro ejemplar del mismo título, lo cual era muy fácil de hacer ya que prácticamente en cualquier librería de México podía encontrarse alguna copia. No lo hice. Terminé de leerlo y lo devolví a la biblioteca, en donde espero que permanezca.

Además de varios excelentes libros, José Agustín nos dejó algunas divertidas cápsulas televisivas en las que habla sobre libros y otros asuntos. En una de ellas aparecía en cierta tienda departamental, propiedad de Carlos Slim y conocida por su logotipo con tres búhos rojos, explicando de manera cómica cómo robarse libros de las tiendas. En tono de broma advertía que era algo que había que hacer únicamente en caso de extrema necesidad, y reconocía que hubo libros importantes para su formación que, en su etapa de formación, no podría haber conseguido de otra manera. Más tarde me enteré, por buena fuente, de que en esa cápsula no solamente aparentó robarse un libro de esa tienda, sino que verdaderamente lo hizo. Quizás él no habría desaprobado que yo me quedara con ese ejemplar de la primera edición de su primer libro.

Su hijo José Agustín Ramírez escribió sobre él este fin de semana en uno de los principales periódicos del país: “José Agustín debe estar ya volando entre galaxias, de estrella en estrella, cruzando los abismos oscuros y las supernovas. El infinito es su destino. Voltea hacia atrás por un distante instante, y nos sonríe.” Un saludo con gratitud y cariño al maestro José Agustín.

Leer más

Minecraft for Education: una herramienta de aprendizaje disponible en la Universidad del Caribe

Minecraft for Education: una herramienta de aprendizaje disponible en la Universidad del Caribe



Voces Universitarias | Dra. Lorena Hernández von Wobeser* 

En otoño de 2023 se adquirieron 15 licencias del software Minecraft for Education para el programa de la Maestría en Innovación y Gestión del Aprendizaje. Como profesora del Núcleo Académico de dicha maestría, tomé la iniciativa de explorar la herramienta con algunos “conejillos de indias”. 

Los primeros en probar la herramienta fueron los niños de la comunidad universitaria que visitaron las instalaciones durante el Viernes de Consejo, del mes de octubre. Para esta fecha, la Ludoteca había organizado actividades relacionadas a los festejos de Halloween y Día de Muertos. A mi hija Marina se le ocurrió la idea: “¡Hagamos en Minecraft un altar de muertos!” Durante una hora, los niños de entre 5-12 años trabajaron en equipos de 3 a 4 personas en la elaboración de altares de muertos virtuales. Durante esta sesión, confirmé que Minecraft estimulaba en los niños el aprendizaje divertido de la computación. Así como habilidades como la creatividad y el trabajo en equipo.

Mis segundos “conejillos de indias” fueron mis estudiantes de la Licenciatura en Innovación Empresarial, particularmente de la asignatura “Desarrollo organizacional y cambio”. Esta asignatura tiene muchísimos contenidos teóricos. Y me preguntaba durante el semestre, cómo balancear los contenidos con algunas actividades prácticas, que atendieran el logro de los objetivos procedimental y actitudinal.

Durante el tercer parcial veíamos algunas herramientas teóricas para planear el logro de metas organizacionales, diagramas y reingeniería de procesos. Fue cuando se me ocurrió realizar una secuencia de aprendizaje apoyada en la herramienta de Minecraft for Education. La secuencia de aprendizaje abarcó 5 sesiones de la siguiente manera:

Sesión 1. Se realizaron dos equipos grandes de 8 integrantes. Se planeó en un documento por escrito la construcción de un “producto grande”: eligieron la construcción de casas. Se definieron metas de producción, diseño y planos de las casas. También diseñaron “Descripciones de puesto” (especificando tareas y bloques que podría usar cada puesto- ej. carpintero, topógrafo, albañil…). Por último, también se crearon diagramas de proceso para la producción de las casas con una secuencia establecida para cada puesto. 

Sesión 2. Los estudiantes tuvieron 2 horas para ejecutar lo planeado en Minecraft. Durante la sesión, la profesora experta en temas de calidad, Mtra. Yindali Manzanero y yo, auditamos los procesos y metas del equipo, supervisando que siguieran a pie de la letra lo planeado. Cabe señalar que los estudiantes experimentaron en el mundo virtual una extenuante jornada de trabajo en equipo.

CASAS DEL EQUIPO 1:

CASAS DEL EQUIPO 2:

Sesión 3. Se realizó una entrevista frente a grupo a los líderes del equipo. Como si yo, su profesora, fuera una consultora para detectar aciertos y errores en su planeación original. (La idea era modelar una entrevista consultor-director de empresa) y después de la entrevista, se acordaron mejoras en la planeación.

Sesión 4. Se tomó una sesión más para realizar los cambios en los documentos de planeación. Ajustando metas, planos de las casas, diseños de puesto y diagrama de proceso. 

Sesión 5. En la última sesión se ejecutaron los cambios planeados en otra sesión de 2 horas de producción en Minecraft. Ambos equipos pudieron vivenciar un aumento evidente en la productividad. Los siguientes videos fueron tomados en esta última sesión https://www.loom.com/share/fe65ef9c96a8409db9f417fab3e4cb62?sid=7be16fc1-9964-41ae-8194-b1e210afb48f

https://www.loom.com/share/86aa819506cd4e8484ae8e1ce8124ada?sid=58c780d5-a1fc-47a2-b06f-efee03780b54

A partir de esta secuencia de aprendizaje, los estudiantes pudieron integrar al menos 5 tópicos del temario en una actividad práctica llevada a cabo en un entorno digital. 

Después de este pilotaje con Minecraft for Education veo mucho potencial en el uso de la herramienta para muchas asignaturas que imparto como “Desarrollo organizacional y cambio”, “Diseño organizacional”, “Pensamiento sistémico” y “Administración de recursos humanos”. También lo veo útil como un medio para fomentar el trabajo en equipo y la creatividad, valores que promueve nuestra universidad. 

¡Minecraft for Education es una herramienta de aprendizaje disponible en la Universidad del Caribe!  

*Profesora del núcleo académico de la Maestría en Innovación y Gestión del Aprendizaje.

Leer más

Rebeldes en la Biblioteca de Unicaribe

Rebeldes en la Biblioteca de Unicaribe



 Voces Universitarias | Mtro. Jorge Jufresa*  

Rara vez voy a la biblioteca de la Universidad. Con lo que me gusta curiosear en libros, debería ir, a diario, un ratito; hasta sería saludable darme esa excusa para desentumecerme de la jornada frente a la computadora, pero paso meses sin visitarla. Me he vuelto comodino. Fuera de mi pequeño acervo doméstico, encuentro mis temas de interés intencionalmente o por azar, navegando en la Red y adiestrándome en el oficio de googlear; y frecuentemente, cedo a la intertextualidad. Por lo demás, no se me da muy bien eso de devolver los libros en una semana.

Pero, el otro día, en buena hora, por menesteres ajenos a la lectura, fui a nuestra biblioteca. Al pasar por el stand de exhibición de las novedades, topé con un libro que me hizo recordar mi época de estudiante de tiempo completo en El Colegio de México. Fue uno de esos flashazos intempestivos, como los que eventualmente suscita un aroma o una melodía que uno guarda en el inconsciente, recónditamente asociados con algún momento de la propia vida. En este caso, se trató del guiño de un título: The Outsiders.

Me precipité a abrir el libro en busca del autor, que no recordaba, y el índice. Nada cuadraba con mi recuerdo. Me bastó adentrarme en unas cuantas líneas del prólogo para darme cuenta de que estaba reviviendo una epifanía con el libro equivocado. Aquél, ahora he podido reconstruirlo, era la obra del singular sociólogo Howard Becker (fallecido en agosto de 2023 a los 95 años). Se llamaba, escuetamente, Outsiders (1967). Y su subtítulo insinuaba una crítica a la forma en que la sociología venía tratando la “desviación”. Seguramente me interesó porque, a los pocos meses de ingresar al Colmex, mis maestros ya me habían inoculado el virus de la elucubración teórica. Y se comprenderá que a esa edad me resultase seductor un libro que, para estudiar a los “diferentes”, los “marginales”, los “rompe-normas”, i.e., los outsiders, reivindicaba metodológicamente: darle la voz a los sujetos calificados como tales y no sólo a la sociedad que los etiquetaba.

Pero el librito que ahora, casi sesenta años después, tenía entre manos, no era menos interesante. Se titulaba The Outsiders y se trataba de una novela escrita por una adolescente. Se la publicaron cuando ella tenía 16 años. Al poco tiempo, en 1967, fue llevada al cine con una pléyade de actores proto-famosos. Y, más tarde, en vista de su éxito, la convirtieron en serie. No obstante su contemporaneidad con el libro de Becker, nunca supe de su existencia.

¿Qué hace en nuestra Biblioteca esa épica de bandas rivales acuchillándose mutuamente en un pueblo norteamericano? No lo sé. Me parece probable que se haya solicitado su adquisición como material para estimular las sesiones de conversación en inglés entre jóvenes. Y no parece una mala idea. De hecho, The Outsiders figura como ejemplo emblemático de buena “literatura juvenil”, y esta edición, de Penguin, trae entre sus anexos una sección de Temas de Debate.

Pero, hablando de darle la voz a todos los implicados en una conflictiva social, ahora que la estoy leyendo, me parece que el primer valor de esta ficción es justamente la autenticidad en la creación de las voces. Es como si esta escritora hubiera escuchado a temprana edad el llamado de Howard Becker y se hubiera dedicado a hilvanar un bestiario empático a partir de girones biográficos y anecdóticos de los púberes con los que convivía. Y por ello, quiero recomendar su lectura a estudiantes y profesores, como un precipitador de buenos debates universitarios.

En español, tanto a la novela como a la película, las titularon: Rebeldes

Se pueden encontrar versiones completas en Internet. Y con toda seguridad estas traducciones bastarán para apropiarse de la historia. Pero recomiendo muy mucho que, quien pueda, lea la novela en el idioma original. Aunque su carga de slang (caló, argot, jerga) dificulte por momentos precisar el sentido del algún pasaje de la trama, vale más aclararlo en la convergencia entre la luz que arroja el contexto, la intuición lectora y la visita a un diccionario de modismos, que ceder a la facilidad de buscar una versión en español. Ni la de Alfaguara ni las que circulan en Internet logran hacer justicia a la calidad literaria que ya había alcanzado esta joven escritora. Ella sabe echar mano de recursos poéticos que conectan a fondo con el lector, tiene destreza narrativa para entregar la historia y perspicacia para captar la interioridad y la idiosincrasia de sus personajes. Llevar eso a otro idioma requiere de un traductor que a todo ese bagaje pueda sumar vivencias de primera mano de un mundillo equivalente.

No sé si esta recomendación vaya a caer en suelo fértil*. Lo que sí sé es que yo obtuve un buen saldo de este pequeño desvío de mi rutina. En realidad, sacando cuentas, de mis visitas a la Biblioteca, siempre salgo con la pluma recargada. Me propongo ir con más frecuencia.

*Si mi recomendación no te convence, mira la de Letraherido:

https://posadadellector.blogspot.com/2015/11/rebeldes-de-susan-ehinton-o-la-novela.html

NOTA:

Para quien quiera mayores referencias sobre el libro, traduzco, en un Apéndice a este texto, partes de un Prólogo que la autora, Susan E. Hinston** escribió para la edición de 2009, cuando su primera incursión en las letras ya se había convertido en la beloved story of heroism, friendship and belonging que sigue acumulando ventas.


APÉNDICE I


Dice la autora:

Querido lector

Me resulta muy difícil hablar sobre mí y especialmente sobre The Outsiders,

que fue escrita en un momento terrible de mi vida, que se publicó por una

serie de complicadas coincidencias y que ha ido más allá de lo que

cualquier autor se atrevería a soñar. Pero lo voy a intentar.

[…] De hecho, la empecé a los 15 años, como un cuento sobre un

muchacho que es vapuleado cuando regresa del cine a su casa.

Pero no sólo escribí The Outsiders, la viví. En retrospectiva puedo ver cuán

importante fue para mí poder llevar otra vida en aquel tiempo; ser otra

persona, habérmelas con problemas que tenía que afrontar, a la par que

escribía como una forma de comprender y asimilar lo que me sucedía.

Todo esto, lo veo, en retrospectiva. Pues […] en aquel tiempo, yo estaba

enojada con la situación social en mi prepa. Necesitaba con desesperación

materiales de lectura que abordaran con realismo la vida adolescente.

Sabía que iba a ser escritora. Amo escribir. Empecé en la primaria porque

me encantaba leer y me gustaba la idea de hacer que las historias

sucedieran como yo quería. Cuando llegué a la prepa, había estado

practicando por años. De modo que me entusiasmó, pero no me sorprendió

cuando, el día que me gradué de la prepa, recibí mi contrato de publicación.

The Outsiders me ha llevado a muchos lugares que nunca habría soñado.

Me dio a conocer personas que nunca habría conocido. Aunque, Patrick

Swayze, Tom Cruise, Matt Dillon, Rob Lowe, C. Thomas Howell, Emilio

Estevez y Ralph Macchio, son nombres muy familiares para la mayoría de

la gente, y suscitan imágenes de estrellato y glamour, yo los recuerdo como

un grupo de muchachos amorosos, locos, increíblemente talentosos y, a la

vez, como unos adolescentes perfectamente normales. Estuve involucrada

en cada aspecto de la filmación de The Outsiders, y mi recuerdo más

querido es el de los ratos que pasé con “mis muchachos”.

Debo agradecerle a Francis Ford Coppola, no sólo el respeto, la amabilidad

y la amistad que recibí de él en lo personal, sino el haber realizado la

película para los fans del libro. Realizó una adaptación fiel, consultándome


para todo, desde las locaciones hasta el vestuario, pero, sobre todo,

siempre quiso cumplir con los fans del libro. Y, hasta donde yo sé, él es el

único director que haya vuelto atrás a completar una película suya, porque

esos fans se lo pidieron (The Outsiders, The complete novel DVD).

En cuanto a los fans, recibo cartas [de todas partes y diversas edades]. De

convictos, policías, maestros, trabajadores sociales y, por supuesto, de

chicos. Chicos que viven vidas como las de los Outsiders, chicos que no

pueden imaginarse viviendo vidas como las que se presentan en The

Outsiders. Chicos que leen todo el tiempo. Chicos que nunca antes habían

terminado un libro.

Las cartas que dicen: “me encantó el libro”, son buenas. Las que dicen: “no

me gustaba leer y ahora leo todo el tiempo”, son mejores. Pero las que

dicen: “The Outsiders me cambió la vida” […], francamente me asustan.

¿Quién soy yo para cambiarle la vida a nadie? Creo que la mejor respuesta

sería: “fue el libro, no, el autor”; “es el mensaje, no, el mensajero”.

**(Susan E. Hinston también es la autora de la base de otra famosa adaptación al cine: Rumble Fish [La ley de la calle]).


APÉNDICE II


Howard Becker además de sociólogo era músico. Dentro del mundillo académico

era reconocido como muy buen escritor. Su Outsiders dedica sendas partes a

investigar cómo se ven, a sí mismos, el mundillo de los fumadores de mariguana y

el mundillo de los ejecutantes de jazz. Un hallazgo interesante es que ellos, a su

vez, nos ven a los demás como “cuadrados”, como “outsiders”. La adopción de

esta nueva sensibilidad para la ciencia social se promueve desde el epígrafe inicial

de su libro mediante una cita de Faulkner. Pero más que defender, como éste, que

toda valoración está en la mirada del espectador, trata de entender los valores que

sustentan la no conformidad de algunos grupos con las normas sociales.

Epigrafe inicial de OUTSIDERS de Howard Becker 

(Cita de un pasaje de AS I LAY DYING de William Faulkner)

 


Sometimes I ain´t so sho who´s got ere a

right to say when a man is crazy

and when he ain´t.

Sometimes I think it ain´t none of us pure

crazy and ain´t none of us pure sane until

the balance of us talks him that-a-way.

It´s like it ain´t so much what a fellow

does, but it´s the way the majority of folks

is looking at him when he does it.

A veces no estoy tan seguro de quién

tiene derecho a decir si un hombre está

loco o, no. A veces, creo que ninguno de

nosotros está totalmente loco o

totalmente sano, hasta que la mayoría

habla así de alguien. Parece que no se

trata tanto de lo que un tipo hace, sino de

cómo lo ve la mayoría de la gente cuando

lo hace.

(Traducción: Jorge Jufresa)


Leer más