Educar en paz y para la paz

Educar en paz y para la paz


 
De la cultura de paz a la educación para la paz

 Voces Universitarias | Eduardo Suárez*   

La educación para la paz es el proceso de enseñar y aprender acerca de las amenazas de la violencia y las estrategias para alcanzar una forma de vida significativa, tranquila, armónica y sustentable. Como propuesta educativa implica tanto una forma de pensar, una filosofía, como una manera de enseñar y aprender, un proceso formativo. En términos muy generales, educar para la paz promueve que las personas obtengan y mantengan el poder personal suficiente para cultivar conocimientos, aplicar habilidades y vivir bajo principios que transformen la violencia en comunidad productiva, cuidado solidario, compasión y reverencia por la vida.

La frase “Cultura para la Paz” se ha convertido en un lema casi ubicuo, uno al que nos podemos estar acostumbrando. Puede ser usado incluso como estrategia mercadotécnica. Las buenas intenciones venden bien: no es difícil imaginar la cerveza o el refresco de cola para la paz. La cultura es también un producto cotizable, uno que compite en el mercado de las ideas con varios apellidos: cultura financiera, deportiva, popular, académica, empresarial... Y no es el caso: la cultura para la paz no pertenece a este grupo, porque está muy por encima. Es un asunto de supervivencia básica y de máxima trascendencia.

Vivir en una sociedad caracterizada por una cultura para la paz es un deseo muy antiguo que se mantiene siempre moderno, uno que difícilmente vemos cumplido a cabalidad. Resulta entonces imprescindible defender este anhelo humano de la trivialización y la pérdida de su sentido profundo, uno que abarca aspectos tanto espirituales como filosóficos, científicos y humanistas. Lo más correcto, por el momento, es hablar de ella como aspiración, quizá la más alta y genuina de la humanidad.

La razón por la que la cultura para la paz permanece casi exclusivamente como anhelo, a pesar de su repetida presencia en el discurso político e institucional, está relacionada con su inefectividad para promover por sí misma lo que pretende. Por un lado, es demasiado fácil desear una cultura así; por el otro, es mucho muy difícil hacer operativas estas intenciones. La frase Cultura para la Paz se queda como eslogan publicitario si no tiene una base y un motor. No es posible vivir en una cultura para la paz si ésta no se enseña y se aprende, y no se puede enseñar y aprender la paz sin investigarla a fondo.

Así, la mejor forma de entender la paz es metafórica: la podemos imaginar como un triángulo cuyos vértices son la Cultura para la Paz, la Educación para la Paz y la Investigación para la Paz. Podremos vivir armónicamente y en paz si en las escuelas se enseña qué es y cómo se vive en ella, y esto sólo es posible si las y los docentes tienen qué enseñar; en otras palabras, si hay quien aumente continuamente nuestro conocimiento de esta altísima aspiración.

Es común encontrar planteamientos educativos que mencionen, una y otra vez, que promueven una cultura para la paz. Si en estas instituciones no hay un programa educativo explícito para lograr esa cultura y un programa efectivo de investigación que alimente esta formación, lo más probable es que se trate de una aspiración sin ningún sustento.

Las instituciones educativas quintanarroenses harían bien en incluir, de manera trasversal e integral y no como pegote, un sólido programa educativo para la paz, sostenido con esfuerzos serios de investigación. Esto es particularmente cierto alrededor de las habilidades para la resolución y transformación del conflicto. De cualquier otra forma, la frase “Cultura para la Paz” se escucha hueca, como anuncio comercial pegajoso y olvidable.

*Profesor-Investigador, Depto. Desarrollo Humano, Universidad del Caribe.

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Qué podemos hacer con nuestros desechos no reciclables

Qué podemos hacer con nuestros desechos no reciclables


 Voces Universitarias | Dra. Christine McCoy*   

¿Te imaginas una ciudad y un parque con bancas dignas y menos basura? Esa combinación existe y ya se está dando en algunas ciudades. Hay un estimado de que cada persona genera 1 kilo y medio de basura diario y todos esos residuos, si no son tratados adecuadamente, van a dar al relleno sanitario y en ocasiones acaban en la calle, tapando coladeras y colaborando a esos grandes charcos que bloquean las avenidas.

Existen los residuos valorizables, que son llevados al Reciclatón, como el vidrio, el cartón y el PET, que posteriormente serán reciclados, aplicando economía circular. Pero, ¿qué hacemos con los residuos no reciclables, como las envolturas de papitas y otros materiales?

Pero existe una solución a ello y son los Ecobricks, que posteriormente son utilizados para generar bancas en espacio públicos de las ciudades. Para hacer un Ecobrick tienes que guardar todas las envolturas y materiales que no son reciclables en una botella de refresco de 2 litros, en ella recolecta todos los residuos con paciencia y constancia. Iras viendo cómo se llena y también podrás darte cuenta de toda la basura que generas y que quizás podrías evitar. El eco ladrillo estará listo para ser donado una vez que cuando tú te pares en él esté tan duro que no se doble.

Entonces, ¿quieres una ciudad linda sin basura y con bancas en los parques para disfrutar de ellos? Comienza a llenar tu ecobrick y cuando esté listo dónalo para que lo usen en una banca y ayudes a evitar que la basura vaya a dar a la calle, generando inundaciones.

*Profesora-Investigadora del Depto. Economía y Negocios, Universidad del Caribe.

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El futuro del turismo nacional viene en tren

El futuro del turismo nacional viene en tren

 


Voces Universitarias
 | Dr. Pedro Moncada Jiménez*   

El desafío del cambio climático apremia a tomar medidas urgentes. De acuerdo con los últimos informes del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) el tiempo es escaso. El turismo, que aporta el 8% de las emisiones globales de Gases de Efecto Invernadero (GEI), tiene su área de oportunidad en los transportes que son responsables de ¾ partes de esas emisiones. De los medios de transporte, la aviación es el menos eficiente medioambientalmente, pero es insustituible en los viajes de largo recorrido e internacionales; situación que sólo cambiará cuando haya desarrollos tecnológicos notables en el uso de eco combustibles o de otro tipo de aviones, estándar industrial que se ve lejano. Así, la alternativa más asequible está en bajar huella de carbono en los viajes nacionales.

Diversos estudios han comprobado que, en viajes de menos de dos horas y media, el tren es más eficiente medioambientalmente que el avión, de hecho, es el transporte más eficiente.

Calculando, en base a los datos de la Agencia Europea de Medio Ambiente, la persona que viaja en tren genera 20 veces menos emisiones de CO2 que quien viaja en avión, 7 veces menos que quien viaja en automóvil y casi 5 menos que quien viaja en autobús.

En Francia, durante la pandemia, las ayudas a la aviación se condicionaron a que se promoviera el hacer los vuelos nacionales en tren. Y esta política se consolidó con el decreto que entró en vigor el 23 de mayo de 2023, que prohíbe todos los vuelos de menos de dos horas y media, cuando haya disponible la alternativa de viajar en tren. Por lo que el avión se li
mita a viajes de largo recorrido e internacionales. Una iniciativa similar se está impulsando en España. Además, en países con redes de trenes bien desarrolladas, el tren es preferido al avión en viajes nacionales; es decir, es competitivo en distancia económica (precio y tiempo). Europa, Corea, Japón y China ya tienen en operación sistemas de trenes muy eficientes, que movilizan grandes flujos de personas en sus territorios. En USA están por enlazarse Miami y Orlando, en lo que parece ser el resurgimiento de los trenes de pasajeros.

Con la inminente entrada en operación del Tren Maya y la recuperación de esa opción de transporte en el sureste, es impostergable la actualización y modernización, en el resto del país, de una red ferroviaria que hace tiempo dejó de lado la movilización de personas. Así, ante el previsible aumento del turismo interno, se tendrá un transporte adecuado a los tiempos venideros. Además, es el único que compensa el impacto de su construcción y presta servicios ambientales al sustituir viajes, actuales y futuros, de medios más contaminantes como el avión, el autobús o el automóvil, por viajes con menos emisiones. Otra bondad es su servicio dual, al también usar las vías para mover mercancías, principalmente durante la noche.

Este cambio en el paradigma del transporte debe de aplicarse, como una estrategia urgente de adaptación y mitigación, para afrontar el calentamiento global y ayudará a hacer en México un turismo con baja huella de carbono.

Recuerda visitar el blog disponible en la página web de la Universidad del Caribe (www.unicaribe.mx) donde podrás leer esta y anteriores colaboraciones.

*Profesor-investigador de Turismo Sustentable, Gastronomía y Hotelería. Unicaribe.

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