Matar al gatopardo educativo

Matar al gatopardo educativo

 


InnovACCIÓN | Por Eduardo Suárez*

Los sistemas educativos aparentan estar en un gran dinamismo, parecen vivir en permanente evolución. Todo el tiempo se plantean reformas, se proponen cambios, se ensalzan innovaciones. Sin embargo, todo se transforma para… quedar igual. A esta idea se le llama gatopardismo, un término que tiene origen en una maravillosa novela, El Gatopardo, del italiano Giuseppe Tomasi, príncipe de Lampedusa, llevada al cine por Luchino Visconti, el inmortal director italiano de cine. ¿A qué se debe esta insidiosa paradoja política, literaria y cinematográfica en el ámbito de la educación?

Lo común en las reformas y en la introducción de innovaciones educativas son la reestructuración y la reorganización. Por medio del mandato se crea un departamento nuevo, se introduce una nueva práctica, se nombra un nuevo puesto directivo o se modifican reglamentos con la expectativa de un cambio importante. En casi todos los casos, la transformación fracasa. Allí quedan los departamentos, las prácticas, los jefes y los reglamentos nuevos… y los estudiantes y sus profesores siguen con los mismos problemas para aprender y enseñar. Todo cambió para seguir igual. El gatopardo, ni más ni menos.

¿Por qué no transforman las reformas y los cambios educativos? Porque ignoran que una situación es introducir un cambio y otra, muy otra, es cambiar. En otras palabras, las transformaciones no se dan porque la atención está puesta en productos, y no en procesos. 

Para que funcione, todo proceso de cambio educativo debe basarse en la transformación de algo intangible: la cultura de un centro educativo. ¿Qué quiere decir esto?

Para que un departamento nuevo verdaderamente pueda cumplir con sus objetivos, para que una nueva práctica sea realmente adoptada, para que un nuevo jefe pueda realmente desempeñarse o para que un nuevo reglamento pueda modificar comportamientos es necesario que estén insertos en la transformación del pensamiento cotidiano de todos los involucrados. En otras palabras, para que las innovaciones funcionen deben partir de que todas las personas compartan el significado profundo del cambio. 

¿Cuál es el problema? Algo generalmente ignorado: la cultura no puede imponerse; solo puede construirse entre todas las personas implicadas.

Durante esta pandemia hemos vivido una fuerte transformación educativa. Una que no puede llamarse educación a distancia o en línea, sino educación de emergencia. No fue una elección sino una imposición, por el peligro del virus. Esta distinción es importante, porque no es lo mismo hacer lo que se puede con lo que se tiene, que diseñar, implementar e institucionalizar la nueva educación que requerimos. La que necesariamente será de naturaleza mezclada, con actividades presenciales significativas y una fuerte utilización de plataformas computacionales. No hay retorno posible.

¿Qué es lo que todo líder educativo debe tener en mente para llegar a la ansiada orilla de una educación que en verdad funcione? Esto: la innovación es siempre un proceso multidimensional, que tiene, según Michael Fullan, el gurú del cambio educativo, tres componentes íntimamente ligados: nuevos materiales educativos, nuevas pedagogías (o formas de enseñar y aprender) y nuevas creencias. Toda cultura educativa efectiva tiene estas tres caras, necesariamente.

El gatopardo debe morir; cuando menos, en el ámbito educativo. Es necesario cambiar… para verdaderamente mejorar. 

* Maestría en Innovación y Gestión del Aprendizaje, Universidad del Caribe

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La varita mágica del cambio educativo

La varita mágica del cambio educativo

 


InnovACCIÓN |  Por Eduardo Suárez*

Es claro que la educación ha cambiado. Lo ha hecho no por mejorar o renovarse, sino por necesidad. La pandemia, con su exigencia de aislamiento y distancia social, nos ha obligado a educar a distancia y, casi siempre, con la utilización de tecnología. Los resultados no son los mejores, ni se podría esperar que lo fuesen.

Todos los cambios, voluntarios o impuestos, implican asumir una pérdida, sentir ansiedad y tener que realizar un esfuerzo. Es ésta nuestra vivencia actual: lo más probable es que nadie esté cómodo frente a la educación de emergencia obligada por el Covid-19.

Cuando se emprende un cambio acompasado, uno que involucre a grupos de personas, ya sea deseado o no, la respuesta es siempre ambivalente. Es lo que debe esperarse. Sobre todo, en una organización educativa.

Esta natural desconfianza frente a lo nuevo se debe a la poca claridad sobre el significado personal de las transformaciones, lo que ocasiona sentimientos encontrados: entusiasmo por las virtudes imaginadas y resistencia por la incertidumbre frente a los problemas generados al cambiar. Estas emociones se presentarán en todas las personas implicadas, en diferente medida. Algunas serán agentes activos del cambio, otras serán defensoras de lo tradicional, mientras que la mayoría experimentará una mezcla de emociones e ideas.

Esta ambivalencia solo se resolverá cuando el significado profundo del cambio sea compartido por todas las personas que se verán afectadas por él. Ésta es la varita mágica que puede convertir a los líderes en promotores efectivos de la nueva situación.

Los liderazgos autoritarios fracasan al promover los cambios porque pretenden ignorar o anular los naturales impulsos de rechazo a dejar los espacios conocidos. Estos líderes son malos magos, desconocen o desprecian el trabajo de construcción colectiva de significado, que implica discusión, apertura, flexibilidad y mucha tolerancia.

Este tipo de líderes olvida que, al ser los proponentes de la transformación, al haber trabajado intensamente en el diseño y planeación de la nueva situación deseada, han tenido ya el tiempo suficiente para desarrollar un sentido profundo de lo que proponen, y que este significado no se puede transferir, ni imponer o comunicar, sino que se debe construir por todos los afectados. El decreto, la orden y la amenaza son lo contrario a la potente varita mágica de los liderazgos expertos y exitosos.

Cuando se intenta una imposición por medio de la fuerza de la autoridad, el resultado es casi siempre contraproducente: quienes se sienten amenazados por un cambio que no comprenden se ven en la necesidad de defender su manera de pensar y vivir. Y lo harán tanto de manera activa, si el ambiente es de libertad, o pasiva, si no lo es. Este último caso es el peor de los escenarios, porque parecerá que se acata la orden de cambiar mientras que se rechaza secretamente. Es esta la terrible historia de la mayoría de las reformas educativas que terminan en la superficie, con la volatilidad de lo cosmético.

Debemos transitar del cambio obligado por el virus, la educación de emergencia, a una nueva situación educativa que saque el mayor provecho de esta crisis. Esperemos que los líderes educativos de Quintana Roo sean buenos magos y que usen la varita mágica del significado compartido, construido con paciencia y determinación estratégicas.

*Maestría en Innovación y Gestión del Aprendizaje, Universidad del Caribe.

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Profesionales en datos contra cáncer y covid-19

Profesionales en datos contra cáncer y covid-19

 


Voces Universitarias | Por David Flores Granados*

Sin duda, una de las áreas que más ha aprovechado los adelantos tecnológicos es la de Ciencias de la Salud.  Las áreas biológicas y computacionales trabajan juntas desde hace muchos años; tan es así, que actualmente el 80% de los análisis médicos se hacen con apoyo de programas, aplicaciones y dispositivos computacionales. 

Ante la pandemia de Covid-19, gran parte de la investigación dedicada al cáncer se ha volcado al estudio del Covid; por ejemplo, con imagenología se detectan síntomas derivados de la presencia del virus en radiografías de pulmón; también se hace con pruebas genéticas que hacen uso de tecnologías de información. 

En el estudio del cáncer, las mutaciones que se observan de forma recurrente entre los pacientes se conocen como “hotspots”, cientos de los cuales nunca se han validado experimentalmente. No obstante, la detección de “hotspots” es un desafío porque las mutaciones de fondo oscurecen su identificación estadística y computacional. 

En una investigación que realicé con mis colegas del Tecnológico de Monterrey, Víctor Manuel Treviño Alvarado y  Juan-Emanuel Martínez-Ledesma, cuyos resultados reportarmos en el artículo científico “Computational methods for detecting cancer hotspots”, con factor de impacto 6.04, resumimos más de 40 métodos computacionales aplicados para detectar mutaciones recurrentes de cáncer en el ADN y proteínas.

Primero organizamos los métodos en grupos de acuerdo a los enfoques de solución, como detectar irregularidades en la estructura tridimensional de las proteínas debido a mutaciones, área de mi especialidad.  Posteriormente, describimos los procedimientos de inserción, implementaciones, variaciones y diferencias. Finalmente, discutimos algunas ventajas y brindamos algunas ideas para desarrollos futuros.

Cabe resaltar que una comunidad científica reducida tiene la experiencia en los campos computacionales y biológicos, por lo que existe una alta demanda de profesionistas con especialización en áreas como la bioinformática y la biología computacional. 

Gran parte de los fundamentos de estos métodos y algunos más que no se describen en nuestro artículo de investigación, se abordan con profundidad en la Ingeniería en Datos e Inteligencia Organizacional de la Universidad del Caribe, cuya convocatoria de Ingreso 2021 ya está publicada en su sitio web http://www.unicaribe.mx/.

El artículo “Computational methods for detecting cancer hotspots”, se puede consultar  en: 

https://www.researchgate.net/publication/347704727_Computational_methods_for_detecting_cancer_hotspots

*Profesor-Investigador del Depto. Ciencias Básicas e Ingenierías, Universidad del Caribe.

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Y sin embargo, las universidades se mueven

Y sin embargo, las universidades se mueven


Voces Universitarias | Por Rodrigo L. Guillén Bretón*

La vida universitaria se ha trastocado a la par de toda la vida social y económica de nuestra comunidad. Las instituciones educativas de todos los niveles, incluidas las universidades, han padecido de los efectos del distanciamiento social, derivado de nuestra fatal contingencia sanitaria. Sin embargo, lo que no se puede negar es que, pese a estas nuevas condiciones, el sector educativo, a golpe de tecnificación, ha continuado con su trabajo, en aras de cumplir su misión: ofrecer el servicio educativo a nuestra comunidad estudiantil. Muchos son los aspectos que se pueden criticar, pero nadie más consciente de las vicisitudes y sacrificios que las profesoras y los profesores que afrontan el reto. 


Un aspecto medular que las universidades deben preservar, pese a estas condiciones adversas, es aquel que define la identidad institucional desde el punto de vista educativo, y que sirve de guía para que las profesoras y los profesores garanticen el perfil de egreso de sus estudiantes. Esto es, aquellas características que le dan identidad a la forma de enseñar, en aras de garantizar el aprendizaje. A esto se le conoce como modelo educativo.


En términos generales, la mayoría de las universidades han definido su identidad y estilo basados en actividades comunitarias de convivencia, enmarcadas por las instalaciones del campus, en el que los espacios físicos son el área de acción de la educación. Los modelos educativos convencionales literalmente son presenciales. Tenemos que concurrir y hacer presencia académicos y estudiantes, para convivir y concretar la abstracción del modelo educativo. Esta forma de actuar nos proporciona unidad y sentido.


El distanciamiento social no solo implica el reto de seguir operando en condiciones no presenciales, sino además, se añade el reto de preservar la identidad, la unidad y el sentido de la comunidad universitaria, pero ahora a la distancia. Especial mención nos merece la incorporación de la tecnología informática y los servicios de comunicación, particularmente el servicio de Internet, que ha permitido mantener la operación de la vida universitaria. Sin la tecnificación, esto no se hubiera podido concretar.


La tecnología como intermediaria de la vida  universitaria representa, por una parte, la posibilidad de seguir ofreciendo los servicios educativos, pero por otra, ofrece el desafío de preservar la identidad, la cultura, los valores y las formas de la enseñar. Un poco más: no basta con reconocer lo poderosa que es la tecnología como una herramienta de supervivencia de la colectividad, sino también reconocer las condiciones que se requieren, y que deben confluir para que la mayoría de las y los integrantes de las comunidades universitarias tengan acceso a dicha tecnología.


Vaya complejidad; no solo entran en juego el modelo educativo, la voluntad férrea de las profesoras y profesores, así como la tecnificación; por añadidura, todo lo anterior debe aderezarse con las condiciones materiales, económicas, técnicas y de conocimiento que son necesarias, para que se pueda habilitar a la mayoría de las y los integrantes de la comunidad universitaria. Esto es, que todas y todos puedan tener acceso a la tecnología apropiada. El reto crece.


Y sin embargo, las universidades se mueven. Como se ha mencionado, muchas serán las críticas por la forma en la que trabajan al día de hoy; sin embargo, más son los aciertos que los errores, por lo que vaya un profundo reconocimiento por el esfuerzo que las y los universitarios realizan día con día.


Estamos en vísperas de que la mayoría de las universidades anuncien las convocatorias para sus procesos de evaluación y selección de aspirantes a nuevo ingreso. Afortunadamente, al día de hoy la oferta de programas educativos de licenciatura y posgrado es amplia, por lo que se invita a la juventud a participar, a sabiendas de que las universidades, pese a la adversidad están convencidas y ocupadas en garantizar los servicios educativos y en preservar sus modelos educativos.


La Universidad del Caribe publica su convocatoria este 9 de febrero para el Proceso de Ingreso 2021, en el sitio web http://www.unicaribe.mx/


*Secretario Académico de la Universidad del Caribe


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