InnovACCIÓN | Por Eduardo Suárez*
La Organización de las Naciones Unidas no se anda con medias tintas. En su “Informe de políticas: Educación durante la COVID-19 y más allá”, esta importante instancia internacional urge al mundo entero a prevenir que una crisis de aprendizaje se convierta en una catástrofe generacional. Así, con esa claridad.
La ONU subraya que la educación no sólo es un derecho humano sino además es un derecho habilitador, uno que tiene impacto directo y definitivo en todos los demás derechos humanos. Afirma que la educación es un bien global de la comunidad mundial y el motor directo de todos los objetivos del desarrollo sostenible. Esta organización considera que la educación es el fundamento sobre el que descansan todas las sociedades justas, equitativas, pacíficas e incluyentes.
Queda claro que la medida más significativa para regresar a la normalidad educativa es detener los contagios, los rebrotes y los repuntes de la pandemia. Sin embargo, la ONU señala que hacer esto es solo el principio de un replanteamiento estratégico de la educación. Es necesario hacer mucho más. ¿Cómo qué?
Las autoridades nacionales y la comunidad internacional deben proteger el financiamiento del esfuerzo educativo, así como darle prioridad en la planeación y el presupuesto gubernamentales.
Además, la ONU urge a fortalecer la resiliencia de los sistemas educativos, que no es otra cosa que su capacidad para resistir embates disruptivos. ¿Cómo? Mediante la equidad y la inclusión en su matrícula, el refuerzo de la capacidad organizacional para el manejo de riesgos, el liderazgo fuerte, la comunicación efectiva con la comunidad y la consulta constante con especialistas que faciliten la innovación.
Eso no es todo; es necesario reparar la calidad de los aprendizajes, muy deteriorados por la educación de emergencia, detener el abandono estudiantil, que amenaza especialmente a los grupos sociales más marginados, así como aumentar la oferta de programas de capacitación que preparen para la empleabilidad a corto plazo.
Esta organización enfatiza lo que no debería de requerir énfasis: en todas las escuelas es indispensable incrementar el apoyo técnico y pedagógico a la docencia. Quizá lo más llamativo es su sugerencia de incluir la conectividad (acceso a wifi y redes) en el derecho a la educación, así como la de fortalecer el monitoreo del esfuerzo educativo mediante el análisis de datos, los que abundan, inútiles, por la tecnificación forzada del aislamiento.
Según la ONU, todo esto debe llevar a la flexibilización y articulación efectivas de los sistemas educativos y de capacitación, para hacerlos más resistentes y creativos. Es imposible no estar de acuerdo.
Si leemos detenidamente este informe, podemos darnos cuenta de que recomienda lo que no debería requerir recomendación. ¿Por qué? Porque lo deberíamos de estar haciendo desde siempre.
Se puede consultar el documento en: https://unsdg.un.org/es/resources/informe-de-politicas-educacion-durante-la-covid-19-y-mas-alla
*Maestría en Innovación y Gestión del Aprendizaje, Universidad del Caribe
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