Voces Universitarias | Por Gabriela Cruz Camacho*
Como coordinadora de capacitación de la Comisión de Igualdad de la Universidad del Caribe, me he topado con preguntas tanto de estudiantes como de profesores, que revelan su inquietud y preocupación de que ciertas actitudes de cortejo o coqueteo puedan ser interpretadas o francamente caigan en acciones de acoso u hostigamiento sexual.
Esos comentarios me hicieron reflexionar sobre mi experiencia personal, ya que soy una de las 9 mujeres de cada 10 mexicanas, que hemos sido víctimas de acoso u hostigamiento sexual, según la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH).
Sin embargo, también puedo afirmar que en mis más de 40 años de vida, he convivido con miles de hombres, desde compañeros de la escuela y de distintos trabajos, amigos, vecinos, familiares y parejas; cifra que se eleva a cientos de miles si pensamos en todos los hombres con los que he me topado en las calles y espacios públicos a lo largo de mi existencia. De esos miles de hombres con los que he convivido, unos 10 me han acosado en distinto niveles: desde piropos subidos de tono, insinuaciones sexuales, hasta situaciones de acoso graves. Si pensamos en el acoso callejero, esa cifra podría elevarse.
Sin embargo y a pesar de eso, con base solamente en mi experiencia aclaro, puedo afirmar que la gran mayoría de los hombres NO son acosadores ni hostigadores sexuales, pero casi todos con los que trato este tema defienden al género masculino, desde negando que el problema exista y diciendo que las mujeres exageramos, hasta justificando a los verdaderos acosadores.
Me parece que dichas actitudes de “curarse en salud” tienen que ver más con la preocupación de que algunos de sus comportamientos con el sexo opuesto puedan interpretarse como acoso sexual. Así que con base en el Conversatorio sobre el tema que la especialista Cecilia Lavalle impartió mediante un Facebook Live a través de la cuenta de la Universidad del Caribe, quisiera compartir lo siguiente.
La especialista señaló que tanto el acoso como el hostigamiento sexual son acciones NO deseadas, NO bienvenidas y NO recíprocas; es decir, las víctimas no sienten placer o agrado en recibir esas manifestaciones o aproximaciones. “No es un coqueteo mutuo”, aclaró.
Cecilia Lavalle invitó a los hombres que desean cortejar a una mujer a poner atención en su lenguaje corporal y verbal; es decir, si responde con sonrisas y agrado a los halagos o no se pone tensa ante el contacto físico, significa que dichas manifestaciones son deseadas y bienvenidas. “¡Síganle!”. Caso contrario, deben parar o estarán cayendo en acoso.
Muy importante, alertó sobre los piropos, sobre todo aquellos que hacen alusión a partes del cuerpo de las mujeres, ya que constituyen una forma de agresión verbal que por lo general provocan sentimientos de humillación y caen en la categoría de acoso.
La exposición fue sumamente clara, sencilla y útil. Les invito a verla en la cuenta de la Unicaribe https://www.facebook.com/ucaribeoficial o directamente en el link: https://fb.watch/3iK_ltvD_T/
*Coordinadora del Comité de Capacitación y Difusión, Comisión de Igualdad, Unicaribe.
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