La educación financiera se refiere a los conocimientos y habilidades relacionadas con la administración del dinero. Esto incluye la habilidad para realizar una conciliación de su estado de cuenta, administrar una tarjeta de crédito, preparar un presupuesto, tomar un crédito a largo plazo, contratar seguros y el conocimiento de las instituciones y productos financieros disponibles en su entorno. El dominio de estas categorías, es lo que posibilita al individuo poseer la capacidad de hacer juicios financieros basados en la información disponible que le permiten tomar decisiones efectivas sobre la administración del dinero. Mientras que en los países angloparlantes se habla de financial literacy, en nuestro caso preferimos denominarlo educación financiera.
Existen factores que perpetúan la dificultad de lograr una adecuada educación financiera, entre ellos podemos citar: a) la creciente complejidad de los asuntos económicos y b) otros de tipo demográfico, que se manifiestan en la cantidad de años que una persona genera ingresos y la cantidad de años en los que eroga sin generar ingresos adicionales.
Los temas económicos referentes a las finanzas personales se ven modificados por un cambio de una economía paternalista del bienestar a otra competitiva y de libre elección. Por otra parte, los temas demográficos nos sitúan frente a personas que demoran más en ingresar al mercado laboral, pues tienen más años de estudios, y se retiran en una edad temprana en relación a los años que tienen de expectativa de vida.
Estas situaciones exigen que las personas deban tener mayores conocimientos financieros para poder tomar decisiones que anteriormente tomaban otros sobre sus inversiones y gastos. Adicionalmente, la popularización de los créditos en tarjetas, créditos de vivienda, créditos para adquirir vehículos, etcétera., elevan el nivel de la calidad de vida, e incrementan las posibilidades de las personas; pero sólo si las decisiones que toman son conscientes del costo de oportunidad en que incurren por gastar hoy para pagar mañana.
Asimismo, han proliferado instituciones que cumplen nuevas funciones financieras y que se rigen por las reglas del mercado, en sustitución de las anteriores que se regían en general por estatutos legales y de índole dirigista. Ahora las personas se ven en la nueva economía como agentes libres, como consumidores y como proveedores, y no ya como discapacitados que requerían la tutela de organismos estatales para ejercer su actividad financiera. Por lo anterior, como requisito personal para poseer una educación financiera es indispensable que los individuos conozcan, no solamente los productos y servicios financieros que se ofrecen en el mercado, sino también a las instituciones financieras con las que pueden o deben operar y a cuales recurrir, así como que objetivos tienen. En resumen, la enseñanza financiera básica, tanto en la educación primaria como en la secundaria, es esencial para sentar las bases de cierta educación financiera, que evite que los jóvenes tomen malas decisiones, cuyas consecuencias tengan que sufrir unos cuantos años después.
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