La responsabilidad social del Turismo ante el COVID-19

 



VOCES UNIVERSITARIAS | Por Dr. Pedro Moncada Jiménez*

En lo social, la coyuntura por la emergencia sanitara del COVID-19 pone bajo tensión al segmento de empresas turísticas que se esfuerzan en cumplir con la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) básica, que es dar empleo decente y de calidad, ésta será la verdadera prueba del ácido para la RSE. Ante la falta de esquemas formales, tipo los seguros de desempleo de USA o esquemas de renta universal básica, los esquemas solidarios de conservar el empleo siguen como esquema menos malo que los despidos. El impacto en lo social escala a nivel catastrófico. El turismo, industria de servicios, es por definición intensiva en mano de obra, de baja calificación; es decir, gente pobre, inmigrante la mayoría, a quienes la coyuntura deja en la indefensión total. Sumando elementos de riesgo para el precario orden social en varias de las localidades del estado.

Es la oportunidad, como sociedad de mejorar nuestro modelo social, con revisión y mejora de los mecanismos tanto de cobertura social, como de la planta productiva, el fomento industrial y de la inversión en épocas de crisis. Son de envidia el abanico de medidas que los países desarrollados han desplegado tanto para proteger al empleo y a las familias como a las empresas.   

El éxodo de la migración interna es palpable, quienes no tenía condiciones o suficientes razones de aguantar la coyuntura, se están regresando a sus lugares de origen, la actividad ha sido frenética en las últimas dos semanas en las terminales de autobuses informales. Ello genera menor presión social local, ante la contingencia. Se activó la válvula de la olla a presión. Sin embargo ello lleva a que se repita la historia del conteo 2005, afectado por el huracán “Wilma”, un censo no realista, que reducirá los insuficientes recursos para el desarrollo el próximo quinquenio. La estructura de la pirámide poblacional, con forma más de flecha que de pirámide, muestra que el grupo mayoritario de la población de Quintana Roo es el de menor riesgo, ese es otro factor demográfico que ayuda a enfrentar la emergencia sanitaria.

Ya se sabe que uno de los efectos no deseados de poseer ciudades-destinos-marcas turísticas es que venden más titulares, por ello, siempre una notica mala se magnifica mucho más que para otra localidad que no tiene ese atributo. Una gestión eficiente de la crisis sanitaria es la mejor inversión en publicidad turística, se saldrá más pronto de la contingencia y permite cuidar la imagen del destino a mediano plazo. Mínimo que no sea relacionada en la memoria colectiva como epicentro de ella.

En la fase 3 de la pandemia, el Covid 19 viaja en auto particular y en transporte público. Profundizar la distancia social ayudará a evitar no ser el epicentro de un contagio local descontrolado. Con el flujo de viajeros en el aeropuerto al mínimo y las escasas vías terrestres de acceso al estado, los flujos de personas son relativamente fáciles de controlar, las aduanas o filtros  sanitarios deben de considerarse. La península y el estado pueden garantizarse como una zona con la menor circulación del Covid 19, en el país y aun internacionalmente. Por lo tanto, la estrategia de control se convierte en un doble anillo: menor movilidad social para parar a lo mínimo el contagio interno y blindaje externo peninsular o estatal para mantener la región segura. En este aspecto, como en todo, el reto es encontrar la justa medida para mantener el régimen de libertades y garantías individuales, sin caer en acciones ni autoritarismos que lesionen derechos humanos. 

El inminente aumento de la temperatura por la primavera es otra variable que ayudará, por algo la influenza es estacional. 

En este punto de la pandemia, de todas estas circunstancias, y algunas no visibles aún, dependerá salir lo más rápido y mejor de esta coyuntura. La situación aún dolerá más, antes de mejorar.

* Secretario Académico de la Universidad del Caribe

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