La pandemia del COVID me orilló, de un momento a otro, a transitar de una clase que se impartía de manera presencial a una clase que se impartiría en un modelo a distancia por tiempo indefinido. Una valiosísima herramienta que nos permitió a muchos profesores sacar adelante el semestre son los programas de reuniones virtuales como Zoom, Meet o el añoso Skype.
Tom Warren refiere que solamente para el líder en este tipo de reuniones, Zoom, se despuntó de 10 millones de conferencias diarias sostenidas en diciembre de 2019 a 300 millones de conferencias diarias en abril del 2020.
Durante la primera sesión a distancia que programé con uno de mis grupos me encontré, con mucha sorpresa, que los estudiantes universitarios se comportaban en estas plataformas de manera “distinta” al salón de clase. Una estudiante, mientras sus compañeros debatían sobre el tema del día, se maquillaba con la cámara encendida sentada en su recámara decorada en color rosa saturada de ositos de peluche. Dos estudiantes, por más que les invité a encender su cámara no lo hicieron. Un estudiante comenzó la clase recostado en su cama y sin camisa. Y uno más a mitad de la clase, fue ¿por qué no? por una cervecita. Imaginé todos estos comportamientos en un salón de clase regular y no pude dejar de soltar la carcajada. Salvo el comportamiento de “maquillarse”, nunca había experimentado estas conductas de manera presencial. ¿De verdad era necesario que explicitara el código de comportamiento para este tipo de reuniones? ¡Parecía que sí!
Como dijo mi colega Pilivet Aguiar, los programas de la reunión virtual literal nos “meten” al espacio del otro. Por un lado, esto se vuelve una valiosa oportunidad para conocer mejor a nuestros estudiantes y entender la dinámica familiar en la que se desenvuelven. Por otro lado, para algunos de los estudiantes mostrar su entorno puede ser amenazante y preferirán mantenerlo oculto.
A esta situación, se suman algunos “peligros” del uso de estos programas. En las más de 50 sesiones a distancia que he tenido en los últimos meses. He vivido y he sido testigo de todo tipo de “accidentes” en los que se deja encendido o se enciende por error el micrófono o la imagen de los asistentes. Todos ellos, accidentes menores comparado al desnudo de la senadora mexicana en plena sesión de zoom.
Es por eso que les tengo aquí una propuesta de código de comportamiento para sesiones virtuales, para compartir con sus estudiantes o compañeros al iniciar el nuevo semestre:
Entra a la sesión con micrófono y video apagado. Usa el chat para saludar. (Otros profesores prefieren lo contrario, iniciar con video y aprovechar el momento para hacer contacto).
Si te integras tarde, entra en silencio con el micrófono y video apagado. No uses el chat.
Al terminar tu participación indica con una frase “cierro micrófono” y ¡asegúrate de hacerlo!
Si te levantas de tu lugar o te mueves, ¡asegúrate de tener apagado tu video!
Una vez iniciada la sesión, limita tu uso del chat. Úsalo para aclarar dudas o en caso que tu profesor te lo solicite activamente.
Vístete, péinate y compórtate como te comportarías en el salón de clase/oficina.
Intenta sentarte en un lugar apropiado para el aprendizaje. De preferencia con una pared blanca o con un cuadro sencillo detrás de ti.
Cuando participes, te invito a encender tu cámara. Pero, en caso que no consideres oportuno compartir tu entorno o lo que sucede en el momento no sea adecuado, siéntete en la libertad de participar con la cámara apagada.
Evita hacer otras actividades que te distraigan durante la sesión.
En la medida de lo posible evita estímulos distractores para los demás (elementos decorativos, más personas alrededor, moverse con cámara encendida, mascotas).
Por último y en contraposición del punto anterior. Muchos estamos trabajando y estudiando en entornos complicados…. No te avergüences si, por equivocación, se muestre algo de tu entorno. “Normalicemos” el sonido del camión del gas que llega, la mamá que entra al cuarto en chanclas a guardar ropa, los hijos que pelean de fondo y se atraviesan en la cámara, las mascotas que maúllan y ladran. Riámonos y normalicemos estas situaciones. Empaticemos con los demás.
Espero que éste código se útil para algunos de ustedes.
*Coordinadora de la Maestría en Innovación y Gestión del Aprendizaje, Universidad del Caribe.
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