¿Drones en la educación?

 


Voces Universitarias | Por Lorena Hernández von Wobeser*

La primera vez que volé un Dron, fue una experiencia decepcionante. Mi esposo, siempre meticuloso y preventivo, tomó el control remoto y por media hora subía y bajaba “el Dron de bajo costo” que nos habíamos ganado en una rifa navideña, sin sobrepasar un metro o dos de altura. El dron se descontrolaba y caía. Los niños corrían a recogerlo, se arreglaban las hélices y volvía empezar con su práctica pequeñita: arriba, abajo, arriba, abajo. Después fue turno de mi cuñado. Más impulsivo y emocionado, comenzó a subir el dron un metro, tres metros, cinco metros, hasta que vimos cómo una ráfaga de aire se llevaba el dron sin que el control remoto pudiera responder más. Mi turno nunca llegó... Primera lección, no vueles alto un dron de bajo presupuesto en un entorno ventoso.  

La palabra dron es una adaptación al español del término “drone” que en inglés significa abeja macho o abejorro, debido al singular sonido que producen estos vehículos aéreos no tripulados al desplazarse. Los drones son quizá una de las tecnologías más versátiles y controversiales de la aeronáutica y la robótica en la actualidad. 

Lo que es cierto, es que este invento ha abierto un sin número de posibilidades en distintos ámbitos como geología, medio ambiente, biología, construcción, exploración de lugares de difícil acceso, movilidad y tráfico, rescate, fotografía, cine y la educación. 

El uso potencial de los drones en la educación es ilimitado, es por eso que el documento de publicación anual “Innovation Pedagogy” (Pedagogía Innovadora) en su versión de 2019 dedica un capítulo al uso de los drones en la educación. A continuación, comparto tres ideas de cómo incorporar los drones para estimular los aprendizajes.  

El uso más viable de los drones en la educación puede ser un uso indirecto: haciendo un aprovechamiento de los materiales o videos generados con drones por alguien más. Imaginemos que una profesora está viendo en clase de Geografía la cordillera de los Himalaya y particularmente, el monte Everest. Existen actualmente videos disponibles en YouTube donde se observa el impactante entorno de los Himalaya capturado por drones.  Para la realidad de nuestras escuelas en México, que difícilmente tienen los recursos para adquirir uno de estos vehículos, este uso es practicable.  

Una segunda aplicación de los drones a la educación, es que los estudiantes hagan investigaciones de campo a través del vuelo de estos vehículos. Esto implicaría la adquisición o renta del equipo.  Un ejemplo es el caso de mi colega Rosiluz Ceballos, profesora de la Universidad del Caribe, quien levantó con un dron información de las Salinas de Isla Mujeres como parte de su proyecto de rescate ambiental y social de estas lagunas isleñas. En este proyecto se han involucrado estudiantes de la Ingeniería en Medio Ambiente de la Universidad, quienes con estas imágenes pudieron tener datos relevantes de las condiciones de las lagunas para su estudio e intervención.   

Por último, los drones también pueden incorporarse en la educación para generar capacidades de coordinación, ubicación espacial y pensamiento matemático en los estudiantes. Esta estrategia implicaría utilizar el “vuelo del dron mismo” como contenido del aprendizaje (más allá del levantamiento de imágenes o datos que se puedan hacer con él). Por ejemplo, en la asignatura de física, se pueden hacer cálculos de velocidad, aceleración o del impacto de las fuerzas eólicas en la trayectoria del vehículo. Además, con estos cálculos del viento se podrá asegurar que los drones operados por los estudiantes no tengan el mismo destino… que mi dron navideño.

Estos temas y más los revisamos en la Maestría en Innovación y Gestión del Aprendizaje, cuyo proceso de ingreso está abierto hasta el 31 de octubre, más información en http://unicaribe.mx/posgrados. 

* Coordinadora de la Maestría en Innovación y Gestión del Aprendizaje


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