Empleo turístico: ¿la gran renuncia o reestructuración del mercado laboral? Parte II



Voces Universitarias | Dr. Pedro Moncada Jiménez* 


En una industria como el turismo, en el que la estacionalidad hace parte natural el despido y

contratación de acuerdo a la demanda y en que son escasos los planes de carrera y el compromiso

a largo plazo tanto desde la empresa como de las y los colaboradores, se suponía que la

reactivación pos pandemia era una versión mayor del ya conocido inicio de temporada alta, más

no fue así. El primer síntoma de alerta llegó de USA donde se comenzó a presentar el fenómeno de

“La gran renuncia”, en el que la gente comenzó a dejar trabajo por los magros ingresos, pero

también por las pocas oportunidades de desarrollo y problemas por conciliar vida privada y vida

profesional. Las condiciones laborales que antes de la pandemia eran soportables, ya no lo son en

una época pos pandemia para una porción significativa de la Población Económicamente Activa

(PEA). Y pronto se vio que el fenómeno era a nivel global, cebándose en empresas turísticas, con

manifestaciones particulares en cada economía y sociedad. Así, no sólo los aeropuertos se ven con

problemas operacionales por escasez de personal, sino también hoteles y restaurantes a nivel

global.

¿Y cómo se manifiesta este fenómeno en el Caribe Mexicano?

Ya desde inicios de año la falta de personal era palpable para los ejecutivos de recursos humanos,

quienes estimaban en trece mil las vacantes tan sólo en la Riviera Maya, esperando que cunado la

pandemia menguará, se volviera a presentar la migración a Quintana Roo, principalmente de los

estados del Sureste, revirtiéndose el regreso a casa obligado por el parón de la pandemia. Sin

embargo, seis meses después, las vacantes no se terminan de cubrir. A pesar del esfuerzo de las

empresas con iniciativas adicionales a los procesos de reclutamiento y selección tradicionales

como: enviar autobuses de personal hasta las comunidades del interior para trasladar

colaboradores, reclutamiento en otras localidades de todo el país, con el apoyo de los propios

sindicatos. En el ámbito operacional, a diversos niveles, se palpa el mismo fenómeno que a nivel

global, un cambio en la actitud frente al trabajo con evidente declive de la cultura del esfuerzo y la

búsqueda de mejores condiciones laborales, con la renuncia o abandono del puesto a la brevedad,

al no verse atendidas dichas expectativas; todo ello con escasa tramitación de las demandas por

los canales tradicionales de negociación laboral.

En el caso del Caribe Mexicano, aparece otro factor determinante que incide en la situación. Por

fin, después de 52 años, aparece otra opción de trabajo en el sureste distinta de los destinos

turísticos de Quintana Roo. Los megaproyectos de la refinería de Dos Bocas (35 mil empleos), el


Tren Maya (114 mil empleos) y el Corredor del Istmo de Tehuantepec, son determinantes como

retenedores de la PEA en sus localidades y áreas cercanas. Aun cuando los salarios y condiciones

laborales, no sean iguales a los de los destinos turísticos, el arraigo a la tierra y los menores costos

de la vida en sus localidades inciden en la toma de decisiones.

Ante esta situación, lo que se plantea es que se va a generar una reestructuración del mercado

laboral turístico, al mismo tiempo que se genera una nueva ética del trabajo para el siglo XXI. Ante

ello, de manera inmediata la respuesta debe ser una combinación de mejoras salariales y una

cultura laboral más atractiva de cada empresa; a mediano plazo debe de acudirse a reformas

estructurales en los procesos productivos con mayor incremento en la automatización y seguir las

recetas de Stiglitz: mejoras salariales, además de abrir espacios para segmentos de edad no

incorporados como tercera edad y migrantes.

Hace 60 años lo que se requería eran empleos, sin más. Ahora, se demandan empleos de calidad.

¿Será esta la oportunidad de que el turismo los aporte? 

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