Parte II. El síndrome de burnout en la industria turística y sus estrategias para aminorarlo.


Voces Universitarias | Dr. Ricardo Sonda de la Rosa*

 En la anterior entrega hice mención de lo que es el burnout y tras reconocer su existencia en la industria turística, el siguiente desafío es proponer estrategias que permitan prevenirlo y gestionarlo de manera efectiva. Esto es crucial en un sector que depende, en gran medida, del contacto humano y de la calidad en la atención al cliente o al huésped.

En primer lugar, la gestión organizacional juega un papel central. Las empresas deben diseñar políticas laborales que promuevan horarios razonables, pausas activas y oportunidades de descanso real. El turismo es un sector donde las temporadas altas suelen exigir un esfuerzo adicional; sin embargo, este esfuerzo debe ser compensado mediante esquemas flexibles de rotación y beneficios que reconozcan la sobrecarga de trabajo.

Otra estrategia relevante es la capacitación constante, no solo en habilidades técnicas, sino también en el manejo del estrés, la comunicación efectiva y la inteligencia emocional. Los trabajadores turísticos, al enfrentarse a situaciones de presión con clientes internacionales, necesitan recursos que les permitan responder con profesionalismo sin sacrificar su salud emocional.

La cultura organizacional también desempeña un papel determinante. Promover un ambiente de apoyo, donde los líderes escuchen activamente y valoren el esfuerzo de su equipo, contribuye a reducir la percepción de aislamiento y desmotivación. Un trabajador que se siente respaldado por su organización tiene más probabilidades de sobreponerse al desgaste y mantener la calidad en su servicio.

Asimismo, es importante impulsar iniciativas de autocuidado. Fomentar hábitos saludables como la actividad física, la alimentación equilibrada y el descanso adecuado puede marcar la diferencia en la prevención del burnout. Las universidades y centros de formación turística también deben integrar estos temas en sus planes de estudio, sensibilizando a las nuevas generaciones sobre la importancia del equilibrio entre vida personal y profesional.

Por último, desde una perspectiva social, es indispensable que las políticas públicas reconozcan al trabajador turístico como un actor clave de la economía. Programas de salud ocupacional, campañas de prevención y marcos legales que regulen las condiciones laborales pueden contribuir a disminuir el riesgo de burnout y garantizar una industria turística más sostenible.

Puedo concluir que, atender el burnout no es solo un asunto de salud individual, sino una estrategia de competitividad. Una industria turística con trabajadores saludables es capaz de ofrecer experiencias auténticas, memorables y de calidad, consolidando así su papel como motor económico y cultural.

*Profesor-Investigador, Departamento de Turismo Sustentable, Gastronomía y Hotelería, Universidad del Caribe, rsonda@ucaribe.edu.mx

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