El turismo creativo y la gastronomía, una fusión perfecta para la recuperación

El turismo creativo y la gastronomía, una fusión perfecta para la recuperación

 


Voces Universitarias | Por Mtra. Damayanti Estolano Cristerna*

El turismo creativo, según Richards, se origina de una parte del turismo cultural, y uno de los primeros pasos en esta transición fue percatarse de que no solo los fabricantes del producto turístico cultural estaban siendo más creativos en el diseño de sus productos, sino que la creatividad del turista también estaba cobrando más importancia naciendo la necesidad de innovación.

Molina señala al turismo creativo como un modo de vida en el que los locatarios de una comunidad emplean el conocimiento obtenido de sus antecesores para acercarlo a los turistas que visitan sus tierras con el fin de conocer cómo viven y la cultura que aún conservan, esto hace que el viajero tenga un sentido de pertenencia más enriquecedora en su memoria, a diferencia de la de un turista convencional guiado por la industria turística masiva.

Por fortuna, este tipo de turismo es una práctica cada vez más común, en la cual el visitante y el residente buscan un diálogo de cooperación, a partir del cual se confía y promueve, sin duda, una filosofía de vida mejor. Simão Oliveira, uno de los profesores del Instituto Politécnico de Leiria, en Brasil, asocia el gusto y búsqueda frecuente de filosofías de vivir el momento y aprender de ellas, con la popularidad del turismo creativo.

La gastronomía, por su parte, no solamente desde hace siglos juega un papel esencial en la sobrevivencia del ser humano, sino que se ha convertido en un recurso tangible que identifica culturas, pueblos, mundos creativos, que se manifiestan en el paladar, además de que su estudio también ayuda a comprender una cultura o sociedad. 

El turismo creativo y la gastronomía, en conjunto, son una oportunidad de cambio pues la integración del primero en las comunidades apuntala la diversificación de las ofertas gastronómicas recreativas, cuya labor es reproducir la cultura de la localidad. Imaginemos, por ejemplo, un restaurante que ofrece al viajero aprender el proceso de creación de una bebida típica popular entre los locatarios; o en el paseo, asistir a un taller de creación de dulces típicos en donde el turista elabore los propios que se convertirán en recuerdos.

En el mundo, ya hay muchas localidades que forman parte de rutas gastronómicas, que no solo reciben al turista como observador, sino que este último se funde en los procesos de transformación -o en parte de ellos- en los que la comunidad está acostumbrada a participar en el día a día (cocinar, elaborar manualidades, cosechar, por mencionar algunos). 

La ventaja de este tipo de turismo, y que parece empatar con la nueva normalidad (Post Covid), es que se organiza en grupos muy reducidos para que el turista tenga la oportunidad de vivir una plena experiencia en el involucramiento de los valores y costumbres del destino que visita. Es un sujeto que contrata viajes turísticos alternativos que satisfacen de manera eficiente sus necesidades ambientalistas y sostenibles, que gusta satisfacer sus deseos de manera diferente, buscando el contacto cercano con los locatarios porque le hace sentir el viaje más personal, lo que le garantiza experiencias únicas e inolvidables. 

El turismo creativo apoya en gran medida a la gastronomía por diferentes causas, una de las más importantes es el gran flujo de viajeros gastronómicos quienes encuentran satisfacción en un viaje repleto de deliciosa comida y espectaculares escenarios naturales. Una de las ventajas que el turismo creativo ofrece a las poblaciones receptoras es utilizar su gastronomía y cultura para reactivar esas áreas productivas olvidadas o pausadas. Más aún, la marginación y la pobreza -tan común en estas localidades- según Molina, podrían superarse con la participación responsable y alineada de locatarios y de las dependencias turísticas.

Sabemos que el turismo tiene una relación especial con el ambiente, pues su vinculación con bienes naturales y culturales nos obliga a tener un espíritu de conservación, preservación y protección de los recursos. Hacer del turismo creativo un camino hacia la recuperación, puede no ser una tarea sencilla, pero sí viable para muchos que hoy buscan mejorar sus condiciones de vida en un mundo que hace seis meses era distinto, además, de que es una alternativa que contribuye con los Objetivos de Desarrollo Sostenible. 

*Profesora-investigadora del Departamento de Turismo Sustentable, Gastronomía y Hotelería, Universidad del Caribe.

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Regreso a clases en línea ¿Cómo superar la “tecnofobia”?

Regreso a clases en línea ¿Cómo superar la “tecnofobia”?


 

InnovACCIÓN | Por Marcela Gleizer*

Todos -o casi todos- los docentes hemos experimentado en algún momento de nuestra práctica profesional resistencia a la adopción de nueva tecnología. No importa que todos nuestros colegas nos aseguren las bondades de un nuevo programa, o de incorporar una plataforma diferente, o de cambiar a una versión más actualizada de la aplicación. Siempre hay buenas excusas para quedarnos en nuestra zona de confort. Nos sentimos más seguros teniendo todos los comandos bajo control. El esfuerzo a corto plazo parece mayor que cualquier ventaja futura que nos prometan alcanzar. Sin embargo, ya sea porque se trata de un cambio institucional obligatorio o porque de improvisto alguna herramienta tecnológica se vuelve indispensable para nuestro trabajo, más tarde o más temprano tomamos “la sartén por el mango”, dedicamos una tarde a ver tutoriales y nos ponemos a experimentar. No pasa mucho tiempo para que adoptemos con nuestros colegas más rezagados el mismo aire de superioridad que los docentes más aventurados tomaron previamente con nosotros: ¿Todavía no usas (insertar aquí la tecnología en cuestión)? ¡No es posible! ¡Si es una maravilla!

En algunos casos y momentos, la resistencia a adoptar nueva tecnología se agudiza. Ante la perspectiva de un nuevo ciclo escolar con clases en línea, algunos docentes, sobre todo quienes no habían incorporado aún la tecnología educativa a sus aulas, pueden sufrir de “tecnofobia”. Si es tu caso, no te preocupes. Aquí te recomendamos una serie de pasos, adaptando la propuesta de Lorna Keene, para que transites con éxito a las modalidades de enseñanza en línea:

1) Comienza poco a poco. No es necesario que introduzcas gran variedad de herramientas tecnológicas desde el primer día de clases. Ve incorporando nuevas herramientas sólo cuando las necesites y cuando sientas que ya manejas con soltura las que has estado utilizando.

2) Aprende junto con tus estudiantes. Eres experto en el tema de tu asignatura, pero no tienes por qué ser un experto en la tecnología. Permite que tus estudiantes más avanzados te orienten y asesoren. Seguramente disfrutarán hacerlo. Además, los estudiantes con menos experiencia se sentirán más acompañados al saber que compartirán contigo el proceso de aprendizaje de las herramientas tecnológicas.

3) Prepara un plan B. Si planeas utilizar una herramienta por primera vez, contempla que, aunque hayas practicado, algo pueda fallar. Ten a la mano una actividad alternativa para que puedas retomar el flujo de la clase sin que se afecten los resultados del aprendizaje.

4) Pide ayuda. No tienes que aprenderlo solo. Apóyate con expertos y docentes más experimentados. Crea una comunidad de aprendizaje junto con tus colegas (de tu institución, de tu área). Asómate a los foros donde docentes de todo el mundo están compartiendo sus mejores prácticas.

5) Juega, interactúa y explora. Toma algún tiempo para practicar sin exigirte demasiado.

6) Observa cómo funcionan las actividades y realiza ajustes continuos en el uso e incorporación de las herramientas. Pregúntate cómo se podrían obtener mejores resultados.

7) Autoevalúate periódicamente. Seguro en poco tiempo encontrarás que utilizas las herramientas con más confianza y habilidad. ¡La tecnofobia ha quedado atrás! Es momento de apoyar a algún colega que lo necesite.

*Maestría en Gestión e Innovación del Aprendizaje.

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El valor de nuestros quelites en nuestra alimentación cotidiana

El valor de nuestros quelites en nuestra alimentación cotidiana

 

Voces Universitarias | Por E. Elena Gamarra Hernández*

La gastronomía mexicana, posee una diversidad extraordinaria de productos alimenticios, que han  prevalecido desde épocas muy antiguas hasta ahora. Un ejemplo de eso, son los quelites.

El consumo de los quelites data desde épocas prehispánicas y aparece en el Códice Florentino, mencionando que se refiere a “plantas tiernas comestibles”. Muchas de estas plantas se dan de manera silvestre, aunque actualmente hay una domesticación sólo de algunas especies, pero casi siempre los podemos encontrar como parte de las milpas y se considera comestible: las hojas, los tallos y los brotes.

Según la CONABIO (Comisión Nacional de la Biodiversidad), existen alrededor de 350 especies de quelites, que se consumen hoy en día en las comunidades rurales y algunas urbanas; regularmente en época de lluvias. 

Algunos quelites que encontramos de manera habitual en los mercados, centros de abasto  y supermercados son: chipilín, chaya, malva, verdolaga, quíntenles, quelites cenizos, guías de calabaza y chayote, pápalo, romeritos, huanzontles, pipicha, chepil, alacha, entre otras.

Una reciente investigación multidisciplinaria, coordinada por el Dr. Yair Santiago Saénz de la Universidad Autónoma de Hidalgo, menciona que los quelites aportan proteínas, aminoácidos; minerales como el calcio, el magnesio y zinc; vitaminas E y C, y fibra. Su consumo habitual trae consigo beneficios a la salud como antitumorales, antidiabéticos y por supuesto tiende a disminuir los niveles de grasa en la sangre.

Muchas veces, por desconocimiento en su elaboración, son poco empleadas en las zonas urbanas, por lo que aconsejo, aprovechar su sabor y textura en cocciones al vapor, salteada con poca grasa y hasta en frituras. 

Se puede emplear en revoltijos con huevo, quesadillas, jugos multivitamínicos o en agua de tiempo, rellenos de carnes y verduras, como guarniciones para los platos fuertes, en cremas o sopas, en ensaladas frescas para el calor, capeadas, en postres; vaya su utilización no se encasilla puede ser muy versátil.

Lo que dejo a su consideración después de leer este artículo, es motivarlo a consumir nuestros productos de origen, ya que con esto conservamos nuestra agrobiodiversidad y fomentamos el cultivo en el campo. 

Generemos una oportunidad de ampliar nuestra oferta saludable en la cotidianidad, consienta a su familia con aromas, sabores y texturas naturales.

*Profesora de Tiempo Completo del Programa Educativo de Gastronomía

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Código de comportamiento de sesiones virtuales

Código de comportamiento de sesiones virtuales

 




InnovACCIÓN | Por Lorena Hernández von Wobeser *

La pandemia del COVID me orilló, de un momento a otro, a transitar de una clase que se impartía de manera presencial a una clase que se impartiría en un modelo a distancia por tiempo indefinido. Una valiosísima herramienta que nos permitió a muchos profesores sacar adelante el semestre son los programas de reuniones virtuales como Zoom,  Meet  o el añoso Skype.

Tom Warren refiere que solamente para el líder en este tipo de reuniones, Zoom, se despuntó de 10 millones de conferencias diarias sostenidas en diciembre de 2019 a 300 millones de conferencias diarias en abril del 2020.  

Durante la primera sesión a distancia que programé con uno de mis grupos me encontré, con mucha sorpresa, que los estudiantes universitarios se comportaban en estas plataformas de manera “distinta” al salón de clase. Una estudiante, mientras sus compañeros debatían sobre el tema del día, se maquillaba con la cámara encendida sentada en su recámara decorada en color rosa saturada de ositos de peluche. Dos estudiantes, por más que les invité a encender su cámara no lo hicieron. Un estudiante comenzó la clase recostado en su cama y sin camisa. Y uno más a mitad de la clase, fue ¿por qué no? por una cervecita. Imaginé todos estos comportamientos en un salón de clase regular y no pude dejar de soltar la carcajada. Salvo el comportamiento de “maquillarse”, nunca había experimentado estas conductas de manera presencial. ¿De verdad era necesario que explicitara el código de comportamiento para este tipo de reuniones? ¡Parecía que sí! 

Como dijo mi colega Pilivet Aguiar, los programas de la reunión virtual literal nos “meten” al espacio del otro.  Por un lado, esto se vuelve una valiosa oportunidad para conocer mejor a nuestros estudiantes y entender la dinámica familiar en la que se desenvuelven. Por otro lado, para algunos de los estudiantes mostrar su entorno puede ser amenazante y preferirán mantenerlo oculto.  

A esta situación, se suman algunos “peligros” del uso de estos programas. En las más de 50 sesiones a distancia que he tenido en los últimos meses. He vivido y he sido testigo de todo tipo de “accidentes” en los que se deja encendido o se enciende por error el micrófono o la imagen de los asistentes. Todos ellos, accidentes menores comparado al desnudo de la senadora mexicana en plena sesión de zoom. 

Es por eso que les tengo aquí una propuesta de código de comportamiento para sesiones virtuales, para compartir con sus estudiantes o compañeros al iniciar el nuevo semestre: 

  1. Entra a la sesión con micrófono y video apagado. Usa el chat para saludar. (Otros profesores prefieren lo contrario, iniciar con video y aprovechar el momento para hacer contacto).  

  2. Si te integras tarde, entra en silencio con el micrófono y video apagado. No uses el chat. 

  3. Al terminar tu participación indica con una frase “cierro micrófono” y ¡asegúrate de hacerlo!

  4. Si te levantas de tu lugar o te mueves, ¡asegúrate de tener apagado tu video!

  5. Una vez iniciada la sesión, limita tu uso del chat. Úsalo para aclarar dudas o en caso que tu profesor te lo solicite activamente. 

  6. Vístete, péinate y compórtate como te comportarías en el salón de clase/oficina. 

  7. Intenta sentarte en un lugar apropiado para el aprendizaje. De preferencia con una pared blanca o con un cuadro sencillo detrás de ti. 

  8. Cuando participes, te invito a encender tu cámara. Pero, en caso que no consideres oportuno compartir tu entorno o lo que sucede en el momento no sea adecuado, siéntete en la libertad de participar con la cámara apagada. 

  9. Evita hacer otras actividades que te distraigan durante la sesión. 

  10. En la medida de lo posible evita estímulos distractores para los demás (elementos decorativos, más personas alrededor, moverse con cámara encendida, mascotas). 

  11. Por último y en contraposición del punto anterior. Muchos estamos trabajando y estudiando en entornos complicados…. No te avergüences si, por equivocación, se muestre algo de tu entorno. “Normalicemos” el sonido del camión del gas que llega, la mamá que entra al cuarto en chanclas a guardar ropa, los hijos que pelean de fondo y se atraviesan en la cámara, las mascotas que maúllan y ladran. Riámonos y normalicemos estas situaciones. Empaticemos con los demás. 

   Espero que éste código se útil para algunos de ustedes.

*Coordinadora de la Maestría en Innovación y Gestión del Aprendizaje, Universidad del Caribe. 

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