Parte I. El síndrome de burnout en la industria turística y sus estrategias para aminorarlo

Parte I. El síndrome de burnout en la industria turística y sus estrategias para aminorarlo

Voces Universitarias | Dr. Ricardo Sonda de la Rosa*

En la industria turística, caracterizada por la atención constante al cliente y la búsqueda de experiencias memorables, se encuentra un fenómeno silencioso que afecta tanto a la productividad como al bienestar de los trabajadores: el síndrome de burnout. Este término, acuñado en la década de 1970 por el psicólogo Herbert Freudenberger, se refiere al desgaste emocional, físico y mental ocasionado por un estrés laboral crónico, especialmente en profesiones de servicio.

El burnout no surge de la noche a la mañana. Es un proceso paulatino en el que confluyen la sobrecarga laboral, la presión por cumplir estándares de calidad y la gestión de clientes exigentes.

En el turismo, estas condiciones se acentúan por las jornadas extensas, los horarios irregulares, la temporalidad del empleo y la alta rotación del personal. Todo ello configura un entorno propenso a la fatiga y al desgaste psicológico.

Las manifestaciones más comunes del burnout incluyen agotamiento extremo, despersonalización (una actitud fría y distante hacia clientes, huéspedes o compañeros) y la disminución del sentido de logro personal. En el caso de los trabajadores turísticos, este deterioro se traduce en un servicio mecánico, menor empatía con los visitantes y, en ocasiones, en conflictos dentro del equipo de trabajo.

El impacto del burnout va más allá del individuo. Para las empresas, significa mayor ausentismo, rotación de personal y una reducción en la calidad del servicio, lo que afecta directamente la experiencia del turista. A nivel social, implica trabajadores con menor satisfacción vital, propensos a problemas de salud mental e incluso físicos, como trastornos del sueño, ansiedad o depresión.

En este contexto, resulta fundamental visibilizar el síndrome de burnout como un problema estructural de la industria turística. Reconocer sus causas y consecuencias es el primer paso hacia la construcción de entornos laborales más saludables, donde se equilibre la productividad con el bienestar humano. La atención al turista no debe darse a costa de la salud de quienes hacen posible la experiencia de viajar.

¿Quieres saber cuáles son las estrategias más eficientes para enfrentar el burnout en el sector turístico?, te lo explico en la siguiente entrega de Voces Universitarias.

Profesor-Investigador, Departamento de Turismo Sustentable, Gastronomía y Hotelería, Universidad del Caribe, rsonda@ucaribe.edu.mx

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LA IA el nuevo reto de la Universidad

LA IA el nuevo reto de la Universidad

Voces Universitarias | 
Miguel Ángel Olivares*

 El avance de la Inteligencia Artificial (IA), definida como el campo de la informática que busca desarrollar algoritmos para realizar tareas que tradicionalmente requieren inteligencia humana, cómo el razonamiento, el aprendizaje y la toma de decisiones, ha irrumpido en el ámbito académico. Ante este fenómeno, surge una pregunta central: ¿dónde se encuentra el límite ético para su uso en trabajos universitarios?

Una investigación realizada en la Universidad del Caribe (UNICARIBE) exploró precisamente esta percepción, encuestando a 192 estudiantes de programas de Maestría, Negocios e Innovación, y Turismo Sustentable realizado por el Dr. Sonda y el Dr. Olivares (2024). El estudio destaca que, conceptualmente, la ética requiere un enfoque riguroso y sistemático, basado en la reflexión crítica. Por ello, es fundamental que el desarrollo de la IA se alinee con principios éticos como la fiabilidad, la justicia, la equidad, la supervisión y la transparencia.

La Controversia Global de la IA

La preocupación por la IA no es nueva. El avance de esta tecnología ha generado controversias significativas, incluyendo el riesgo de que los algoritmos repliquen y perpetúen la discriminación (sesgo algorítmico) al apoyarse en datos históricos, la vulneración de la privacidad debido a la recopilación de información personal y los vacíos legales, y el impacto potencial en el mercado laboral por la automatización de tareas.

El Veredicto Estudiantil: La Regla del 40%

Los resultados obtenidos en UNICARIBE son contundentes y revelan una postura pragmática: el 82% de los estudiantes considera ético el uso de la IA en actividades académicas. Sin embargo, esta aceptación viene con una condición clara: la intervención de la tecnología no debe exceder el 40% del trabajo total. Esta percepción refleja el deseo de los estudiantes por integrar los beneficios de la IA sin comprometer la integridad del trabajo propio.

La permisividad varía según el tipo de trabajo académico:

Mayor Aceptación (hasta el 40%): Artículos (91%) y Tesis (86%). Los trabajos de mayor envergadura, como tesis y proyectos, permiten más el uso de IA que las tareas y ensayos.

Menor Aceptación (hasta el 40%): Tareas (70%) y Ensayos (64%).

Se identificaron diferencias por división: los estudiantes de Turismo son consistentemente los más permisivos, mientras que los de Maestría son más reticentes, especialmente en la elaboración de ensayos.

Regulando el Futuro Académico

Este panorama subraya la urgencia de establecer marcos de gobernanza y regulación. Las recomendaciones clave del estudio se centran en establecer guías claras que definan el límite de uso (como el sugerido 40%), fomentar la reflexión ética y un enfoque crítico, y ajustar los métodos de evaluación universitarios.

Es indispensable que las instituciones ofrezcan capacitación para asegurar el uso responsable de la IA. Solo mediante la adhesión a pautas éticas bien definidas, se podrá aprovechar plenamente el potencial de la IA en la investigación y la academia, garantizando que esta tecnología beneficie a la sociedad sin menoscabar la integridad.

*Profesor-Investigador del Depto. de Economía y Negocios, Universidad del Caribe.

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Métodos de conservación de productos cárnicos desde casa

Métodos de conservación de productos cárnicos desde casa

Voces Universitarias | Edgar Fernando Peña Torres*

 ¿Alguna vez has comprado carne y productos cárnicos y te has preguntado qué hacer para que dure más tiempo sin perder su calidad y seguridad? Conservar carne en el hogar es una práctica desde hace muchos años y con las técnicas adecuadas, nos permite disfrutar de estos productos por mucho más tiempo, evitando el desperdicio y ahorrando dinero.

El principal enemigo de la carne son los microorganismos, como bacterias y hongos, que la descomponen. Por lo tanto, los métodos de conservación actúan creando un ambiente donde estos gérmenes no puedan proliferar, ya sea mediante el frío, la eliminación de la humedad o el uso de aditivos. En este sentido, la refrigeración es la solución más común y al almacenar la carne entre 0°C y 4°C se ralentiza el crecimiento bacteriano. Este método es ideal para consumos a corto plazo, siendo fundamental colocar la carne en un recipiente hermético o envuelta para evitar que sus jugos contaminen otros alimentos. Para una conservación mucho más prolongada, la congelación se convierte en la opción ideal. A temperaturas de -18°C o menos, el agua dentro de la carne se convierte en hielo, lo que la vuelve inutilizable para los microorganismos. La clave para un buen resultado es un envasado correcto, utilizando bolsas aptas para congelación y eliminando todo el aire posible para evitar deshidratar la carne.

Además del frío, existen otros métodos tradicionales que han perdurado por su eficacia. El salado es una técnica ancestrales que extrae la humedad de la carne mediante la sal. Por lo que la sal crea un ambiente donde las bacterias no pueden sobrevivir. Otra técnica relacionada es la deshidratación o secado, que elimina el agua necesaria para la vida microbiana. Si antes se hacía al sol y al aire, como en productos como la carne seca y la cecina, hoy existen deshidratadores eléctricos permiten secar tiras de carne de forma controlada y segura.

Indistintamente del método elegido en nuestro hogar, la seguridad alimentaria es la máxima prioridad. La higiene durante la manipulación es fundamental, y si en algún momento la carne desarrolla un olor, color o textura extraños, la decisión más conveniente es desecharla. Es por ello que, conocer estas técnicas nos da un control en la cocina, reduce el desperdicio de alimentos y nos permite disfrutar de la carne y productos cárnicos con total seguridad cuando nosotros lo decidamos.

*Profesor Investigador del Departamento de Turismo Sustentable, Gastronomía y Hotelería. Universidad del Caribe

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Cien años distinguiendo entre riesgo e incertidumbre en la práctica emprendedora

Cien años distinguiendo entre riesgo e incertidumbre en la práctica emprendedora

Voces Universitarias | Dr. Juan Boggio Vázquez*

En 2025 se cumplen 140 años del nacimiento de Frank H. Knight (7 de noviembre de 1885) y 104 años de la publicación de su libro más influyente, Risk, Uncertainty and Profit (1921). En esas páginas Knight trazó una distinción que cambió la teoría económica: riesgo es lo que puede medirse y asegurarse; incertidumbre es lo que no puede medirse bien ni cubrirse con pólizas. Y sostuvo algo más: el empresario es quien decide precisamente en ese territorio incierto y asume las consecuencias.

Quisimos comprobar si esa idea sigue viva en la práctica. Con estudiantes de Pensamiento Empresarial (Licenciatura en Innovación Empresarial, Universidad del Caribe) realizamos un ejercicio de campo con pymes de Cancún. Entrevistamos dueños y gerentes con un guion semiestructurado: decisiones recientes sin información suficiente, formas de “amarrar” costos con terceros, ventas de prueba antes de invertir y ajustes rápidos a partir de lo aprendido.

¿Qué vimos en Cancún?

Primero, mucha incertidumbre verdadera en el día a día. Varios negocios no pueden anticipar la afluencia con precisión (el turismo cambia, el clima pesa, el sargazo altera planes) y los precios de insumos (pescado, café, gas) se mueven de forma difícil de prever. En ese contexto, no hay modelos que resuelvan todo; aparece el juicio: la experiencia del dueño, su lectura del barrio, del horario, del cliente que llega o no llega.

Segundo, el residuo (la ganancia o la pérdida) suele quedar del lado del empresario. Si un día flojo no cubre costos, él o ella absorbe el golpe; si la apuesta sale bien, recoge el excedente. Al mismo tiempo, muchos dan certeza a terceros: salarios fijos a su personal, rentas pactadas, condiciones claras para proveedores. Es una imagen muy knightiana: convertir en contratos ciertos lo que rodea al negocio y quedarse con la incertidumbre que no se puede asegurar.

Tercero, abundan las pruebas pequeñas antes de invertir. Vimos casos que empezaron vendiendo desde casa, en ferias o con equipo alquilado por horas, y solo después abrieron un local o compraron maquinaria. Esa secuencia: probar, medir, ajustar, recién entonces comprometer capital, reduce errores costosos y acelera el aprendizaje.

Cuarto, hay ajustes frecuentes y rápidos. Menús que cambian cada semana, sustitución de ingredientes cuando sube un precio, horarios que se mueven con el calor o con la llegada de vuelos, promociones que se activan y desactivan según la respuesta del público. No es improvisación: es una forma de gestión que reconoce la volatilidad del destino y actúa en ciclos cortos.

¿Sigue vigente Knight?

A la luz de estas observaciones, sí. En las pymes que escuchamos aparece, con naturalidad, la función empresarial que Knight describió hace un siglo: decidir sin probabilidades confiables, asumir la responsabilidad, proteger a quienes rodean al negocio mediante contratos y aprender vendiendo. La ganancia no viene de controlar todas las variables, sino de tomar decisiones sensatas bajo incertidumbre.

Este trabajo de aula nos permitió conectar teoría y territorio. Celebrar a Knight no es solo recordar un aniversario: es mirar de cerca cómo se emprende en Cancún hoy. En medio de sargazo, temporadas irregulares y plataformas cambiantes, el juicio del empresario local (su capacidad para leer señales, ajustar a tiempo y hacerse cargo) sigue siendo un motor silencioso de la economía de la ciudad.

*Profesor-Investigador, Departamento de Economía y Negocios, Universidad del Caribe

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